Nada fue el debut literario de su autora en 1945 y con él ganó el premio Nadal con tan sólo 23 años. Por lo que he leído, este gran éxito fue su cruz toda su vida, no sólo porque el listón que puso quedó muy alto, sino porque generó disputas familiares al entenderse que era mucho más autobiográfica de lo que la autora dijo que era. Si sentís curiosidad, este artículo explica bastante de su historia. También podéis ver este documental de una hora sobre su vida y obra, aunque destripa un poco la novela, aviso.
Argumento
En este piso de la calle de Aribau la tensión es continua en un ambiente caracterizado por el hambre, la suciedad, la violencia y el odio entre todos sus residentes. Por un lado, su tía Angustias, autoritaria y moralista. Por otro, su tío Juan, brutal con su mujer, Gloria, aunque atento con su hijo, muy pequeño todavía para ser del todo consciente de lo que pasa a su alrededor. Luego, aunque duerme en una buhardilla del mismo edificio, también está su tío Román, en constante disputa con todos, especialmente su hermano, y de manera habitual por algo que ha dicho o hecho su cuñada. La abuela es el único ser de esa casa que procura rebajar la tensión entre unos y otros, una carga demasiado grande para su frágil cuerpo. Y no olvidar a la criada, Antonia, que no parece respetar a ninguno de sus señores salvo a Román.
De ese ambiente tan horrible al menos se puede librar el tiempo que está en la Universidad. Allí conoce a Ena, una chica de la que se hará íntima amiga. No obstante, algo se tensa entre ellas cuando le pregunta si tiene un pariente llamado Román. Reseña Cuando terminé la lectura del libro no pude evitar poner el siguiente tuit: "¿Puede una novela ser maravillosa y horrible al mismo tiempo? ¿Tener personajes fascinantes pero despreciables? Hasta ahora en ese saco tenía Cumbres Borrascosas. Hoy añado Nada, de Carmen Laforet. No sabría decir si me ha gustado o no". Y ahí estaría toda mi opinión condensada, pero vamos a intentar contar algo más.Empezando por el título, la palabra "nada" es bastante común, así que aparece numerosas veces en el texto, algunas en situaciones bastante significativas. Con todo, creo que la "nada" que realmente resulta clave estaría en las últimas páginas: [Destripe] Me marchaba ahora sin haber conocido nada de lo que confusamente esperaba: la vida en su plenitud, la alegría, el interés profundo, el amor. De la casa de la calle de Aribau no me llevaba nada. Al menos, así creía yo entonces. [Fin de destripe]. No sé si era la idea de la autora, pero me quedo con esta frase para darle sentido a su título.La novela es un relato de posguerra. El retrato que hace de una Barcelona con heridas aún visibles del conflicto es muy descorazonador para servidora, que he estado varias veces en la ciudad y me encanta. Me cuesta imaginarla tal como se describe. Pero aunque esto es lo más "visible", no son esas cicatrices de la guerra las más relevantes, sino la miseria y las personas que han quedado trastornadas por ella. La censura de la época no encontró nada que tachar del libro porque la crítica a la situación del momento no parece dirigida al régimen Franquista, ni las alusiones a los dos bandos son muy relevantes. No obstante, la imagen del momento que se transmite es terrible, claro que queda personificada en esa familia de la protagonista.El paralelismo de esta historia con la obra de Emily Brontë no es porque sean tramas similares, sino por tener una oscuridad, un ambiente opresivo y unos personajes que son horribles pero que resultan fascinantes. En este caso es Andrea, la protagonista, la que hace de observadora y narradora de esa familia tan desgraciada y cruel. Una familia que vive en un piso que antaño fue lujoso y cómodo pero ahora está asqueroso, los muebles están amontonados como tras una mudanza que no han organizado y todo habla de tiempos mejores que no van a volver. Son personajes que ni son felices ni parecen querer que nadie lo sea.A ojos actuales, el machismo de los personajes es brutal. No sólo porque Juan es un maltratador que da palizas a su mujer, Gloria, diariamente, sino también por el desprecio de Román a ésta u otras mujeres de la casa o la justificación de ambos por su madre, la abuela. Ya hace casi un siglo de esa época y me pregunto, viendo las noticias, ¿realmente se ha avanzado gran cosa? Aparte de esto, sobre todo en el ambiente universitario en que se mueve Andrea, pronto se presenta también el choque de la diferencia de clases sociales. Niños pijos y mimados o intentos de artistas bohemios, pero con familias pudientes que les respaldan detrás, frente a una joven que pasa auténtica hambre y miseria.Lo cierto es que durante buena parte del libro no tenía muy claro hacia dónde quería llevar la autora su historia, qué quería contar. Sin embargo, poco a poco hay piezas de un puzle, de un misterio, que van encajando. Al final no es más que la historia de una familia en un tiempo muy oscuro y gris que deja multitud de reflexiones.En cuanto a Andrea, sentimos como ella su ilusión al llegar a una ciudad tan maravillosa y con tantas posibilidades como Barcelona, así como su decepción, su miedo y su angustia al ver el entorno en el que le va a tocar estar, rodeada de personajes desquiciados que le irán haciendo mella. No podremos más que desear que le caiga del cielo una oportunidad para salir de ahí y sentir pena cuando se desvanecen antes de materializarse. Además del relato de su familia, en este libro vemos cómo una adolescente madura y tiene su paso a la edad adulta afrontando situaciones tan penosas y duras.Dado que la narración es en primera persona, desde el punto de vista de Andrea, situado en un futuro en que rememora esa época, sí que habría agradecido un epílogo que cerrase la historia mejor. No me extraña que, en su momento, quienes leyeron esta historia estuviesen deseando que la siguiente novela de la autora fuese una continuación y se decepcionasen al ver que ésta nunca llegó. Sólo podemos elucubrar el destino de los residentes en el piso de la calle Aribau tras el final de la novela.No puedo olvidar mencionar la maravillosa prosa de la autora. Por momentos tiene un estilo poético, cargado de metáforas, realmente fascinante. Es sorprendente que una joven entrando en la veintena regalase al mundo una novela tan bien escrita y tan redonda.
En definitiva, creo que Nada será una novela a la que volveré en un futuro. Es una historia que intuyo que ganará aún más en sucesivas lecturas que permitan comprender mejor los hechos que suceden y a los personajes una vez se ha visto el cuadro completo. No es lo que se dice una novela agradable, de ahí que en ese tuit con mis primeras impresiones dijese que no estaba segura de que me hubiese gustado, pero es un imprescindible. Una de esas historias que se te quedan dentro.