Con el paso del tiempo, desde cuando él dijo que se iba, se ha ido sabiendo que, en efecto, los motivos de su renuncia son otros. Él tiró la toalla al saber que está en el ojo del huracán por tantos actos inmorales cometidos por varios jerarcas de la Iglesia Católica, tanto al interior como por fuera de El Vaticano: Corrupción administrativa, filtración de información confidencial (el llamado "Vatileaks"), maniobras torticeras para quitar y poner jerarcas, lavado de activos, entre otras arandelas non sanctas. Pero, sobre todo, múltiples episodios de abuso y tráfico sexual con menores de edad (pederastia).
La situación se le complicó a Benedicto XVI porque al parecer hay testimonios fehacientes de que él ha sido un encubridor de estas fechorías, lo cual incluso lo podría poner en serios aprietos ante la justicia italiana; aunque, la verdad, no creo que le toquen un pelo; pese a que hay gente en Italia moviendo las fichas para que el supuesto encubrimiento suyo no pase de agache. Queda claro, pues, que si realmente la renuncia es por esto, Benedicto XVI le ha mentido al Mundo, amparado en lo que la curia llama "el voto de silencio".
En esto no hay nada novedoso; pues, infortunadamente, desde hace bastante tiempo la Iglesia Católica ha venido perdiendo mucha credibilidad (y con ello se le han retirado muchos feligreses) por culpa de la conducta inmoral de algunos de sus pastores. Desde luego, no son todos, pero tampoco han sido unos cuantos que se puedan contar con los dedos de las manos. Cabe recordar que El Vaticano, no de ahora, ha estado envuelto en un manto de dudas por casos abiertamente repudiables, que pasan hasta por los supuestos asesinatos de algunos Papas y otros de sus miembros. ¡Claro!, en la Iglesia Católica no hay dioses, por lo cual carecen de la virtud de la perfección, estando expuestos ) como cualquier otra persona, a caer en tentaciones de toda naturaleza: Dinero, poder, sexo, entre otras prerrogativas.
Lo que sucede es que en el imaginario colectivo siempre está la percepción de que ellos, "como emisarios de Dios en la Tierra", deben ser absolutamente pulcros. Pero, reitero, ellos son humanos; lo cual no significa que se les deba justificar sus comportamientos torcidos. ¡Para nada! Sus delitos merecen ser abominados y castigados, como se debe hacer con todo quisque. Benedicto XVI no se va, entonces, porque esté enfermo; sino, porque hay no pocos representantes de la Iglesia Católica que se encuentran seriamente enfermos; con lo cual, inevitablemente, hay que decir que ésta también está enferma. La enfermedad no es más, pues, que la inmoralidad de quienes se han salido del rebaño, tomando los caminos equivocados.
Lo anterior no es el tema que motivó esta nota, pero sí guarda relación con lo siguiente:
Primero debo manifestar que cuando se iba a hacer la elección del sucesor de Juan Pablo II, se dijo con insistencia que "era muy probable que a la jefatura de la Iglesia Católica llegara un cardenal afrodescendiente", lo cual no sucedió. Ahora, con la renuncia de Benedicto XVI, se vuelve a las mismas conjeturas. Se habla de Francis Arinze (Nigeria), Peter Turkson (Ghana) y Robert Sarah (Guinea). Entre estos, el que más suena es Turkson; del cual se dice que tiene unas inmejorables relaciones con Benedicto XVI. Sobre tal situación, sin que yo sea un experto en estos temas, considero esto:
1. Benedicto XVI influirá notoriamente en la elección de su remplazo, tiene prácticamente "amarrados" a la mayoría de los cardenales. El próximo cónclave, sin duda, será con-clave.
2. Debido a los escándalos en referencia en El Vaticano, como por fuera de éste, desde luego que a él le conviene que lo suceda alguien de su entera confianza; alguien que llegue a manejar la nave con muchos pies de plomo, de tal manera que los entuertos no trasciendan más; alguien que le cubra la espalda, en caso de ser ciertas las cosas que a él se le achacan.
3. Considero que a pesar de las flores que Benedicto XVI le ha echado a la Iglesia en África, y particularmente a Turkson (eso dicen algunas fuentes), sinceramente no creo que en esta ocasión haya Papa afrodescendiente, concretamente africano. Tampoco creo que elijan a un cardenal (no negro) de América Latina, pese a que en esta región está prácticamente la mitad de la feligresía católica.
Al no ser yo un amplio conocedor de estos menesteres, lo que expreso no es más que producto de lo que he podido leer y escuchar en los medios de comunicación; haciendo sí, a partir de dicha información, un análisis que es lo que me permite conceptuar al respecto. Esto lo preciso porque soy consciente de que probablemente yo esté equivocado en mis apreciaciones. No por esto prescindo de vaticinar que el nuevo Papa será de Italia (elegido entre 28 cardenales de este país, siendo los más numerosos con respecto a otros países); alguien que sea parcerísimo con Benedicto, alguien que conozca de la A a la Z qué es lo que ha pasado en El Vaticano y por fuera de este coloso religioso, económico y político; alguien que, como ya lo dije atrás, no llegue a echarle leña al fuego; sino, en procura de extinguirlo, independientemente de que adopte medidas para depurar la casa. Pero aquí, pues, se trata es de procurar que Benedicto XVI salga limpio, sano (aunque diga que está enfermo, algo que no dudo; pues él ha tenido problemas delicados de salud, de tipo cardíaco).
Repito, no les veo mucha posibilidad a los cardenales africanos; pues, aunque hayan tenido mucho roce y buenas relaciones con Benedicto XVI, son otros (italianos) los que se consideran más uña y mugre con él. No obstante, tampoco descarto de plano tal contingencia; pues en los cónclaves con cierta regularidad surgen sorpresas. Algo que no juega a su favor es que ahora, cuando se ha hablado de la posibilidad de un Papa Negro, anda el tole de que Nostradamus lo predijo. Supuestamente él dijo: “Al principio habrá enfermedades mortales como advertencia, luego habrá plagas, morirán muchos animales, habrá catástrofes, cambios climáticos, y finalmente empezarán las guerras e invasiones del rey negro”. Se asume que él se refirió a un Papa Negro, porque la profecía fue en la Edad Media, época para la cual el Papa sí era el hombre más poderoso en el Mundo. ¿Y qué tal si Nostradamus se refirió fue a Obama, "el hombre más poderoso del Mundo"? Si fue a él, al menos ya ha gobernado cuatro años y seguimos vivitos y coleando.
Aunque es sabido que hoy no es el Papa la persona más poderosa en el Mundo, aun con todo el poderío del cual dispone El Vaticano (dicen que hasta en negocios de armas está involucrado, ¡vea pues!), muchos consideran que (al ser cierta la profecía de Nostradamus) lo más razonable es no elegir a un Papa Negro, para que no se acabe el Mundo. Aquí me resulta inevitable no soltar una carcajada, al percibir esa capacidad histriónica, y al tiempo malévola e intrigante, de mucha gente (¿racismo a bordo?). Supuestamente la profecía debía cumplirse cuando murió Juan Pablo II; no obstante, ¡ni fu ni fa! Entonces, ¿será que ahora sí? De ser así, entonces preparémonos para continuar (quién sabe por cuánto tiempo) con la zozobra que el año pasado se apoderó de miles de millones de personas, debido a la supuesta profecía de los Mayas; con el desenlace que ya conocemos, pues terminó el 2012 y todavía seguimos vivos; eso sí, siendo nosotros mismos los que estamos acabando con el Mundo.
Por otra parte, ni me va ni me viene si el próximo Papa es negro o no (siendo yo afrodescendiente). Lo importante es que haya papa, para que los miles de millones de personas que nada tienen para comer, al menos traguen papa de día y de noche. Todo gratis; pidan con confianza, que El Vaticano paga la cuenta. Al final de esta nota hay un enlace, desde el cual los interesados pueden hacer sus pedidos de papa.
Estoy de acuerdo conque no haya Papa Negro; pues, sabido de sobra es que lo negro representa el mal, lo satánico. El diablo es negro, lo digo porque lo he visto con mis ojos que se habrán de comer los gusanos. Nada de Papa Negro, pues no quiero morir todavía.
El ABC del cónclave 2013