Servicios cobrados con información de nosotros mismos, de nuestros hábitos, costumbres, datos personales, tendencias sexuales, relaciones, opciones políticas, pensamiento, intimidades, gustos, preferencias, ubicación, destino, estado de ánimo, personalidad, etc.
Tráfico de información de millones de tuits diarios que la minería de datos realizada por empresas como Crimson Hexagon o Mediasift es capaz de recoger y analizar en tiempo real para venderla a empresas de marketing. Información con la que otras empresas buscarán atajos para conseguir unos objetivos poco claros o quizás mal definidos. En el fondo está no entender el medio, no entender el cambio, no entender la cantidad inmensa de posibilidades.
Esta información no debería cambiar la actitud de empresas en busca de clientes, de crear productos pensando en ellos, de mantener una conversación, de sorprender, de cambiar sus percepciones, de ir más allá de sabotear los sentidos, de jugar con nuestras emociones. A estas alturas deberíamos saber que no hay atajos para conseguir la excelencia. Otra cosa es utilizar la información con ánimo de manipular, dirigir, y controlar.
Deberíamos tener la opción de pagar un servicio Premium con información o con moneda de curso legal, ahorrándonos el control de los datos que únicamente nos pertenecen a nosotros mismos. Ahora no disponemos de esa opción. Mañana ya veremos.
Fuente: Map of a Twitter Status Object, de Raffi Krikorian. Recogido en diario El País del 15.05.2011 en el artículo de Rafael Clemente “El código detrás del tuit” página 66.