Nada es lo que parece

Por Juan Carlos
Martes 13 de Septiembre de 2016



La mancha oscura que serpentea a través de esta espectacular imagen de un campo de estrellas en la constelación de Ofiuco (el portador de la serpiente) no es lo que parece. Aunque a primera vista no hay estrellas, en realidad están ocultas tras esta densa nube de polvo que bloquea su luz. Esta particular nube oscura es conocida como LDN 1768. A pesar de su aspecto algo aburrido, las nebulosas oscuras como LDN 1768 son de gran interés para los astrónomos, ya que aquí es donde nacen nuevas estrellas. Dentro de estas grandes guarderías estelares hay protoestrellas, estrellas en la etapa más temprana de sus vidas, fusionándose aún a partir del gas y el polvo de la nube. Las protoestrellas están relativamente frías y todavía no han empezado a producir suficiente energía para emitir luz visible. En cambio, emiten radiaciones en longitudes de onda submilimétricas, un tipo de radiación que los ojos humanos no pueden ver. Por suerte, a diferencia de la luz visible, la luz en longitudes de onda submilimétricas no es absorbida por el polvo circundante.

Mediante el uso de telescopios especiales sensibles a la radiación submilimétrica, como el observatorio ALMA (Atacama Large Millimeter/submillimeter Array), podemos ver a través del polvo y saber más sobre las protoestrellas que hay dentro de la nube. Al final, las protoestrellas aumentarán su densidad y su temperatura lo suficiente como para iniciar las reacciones nucleares que producen luz visible, por lo que comenzarán a brillar. Cuando esto suceda, expulsarán  la capa de polvo que las rodea y harán que el gas remanente también emita luz, creando un espectáculo de luz conocido como una región HII.


Fotografía OriginalCrédito:  ESO