La ascendencia de Rafa Nadal (Manacor, Mallorca, 1986) no tiene límites. Es capaz de ganar jugando de maravilla, pero también sabe resolver sin su mejor versión, algo sólo al alcance de los privilegiados. El balear desmoralizó al mejor tenista de la historia, Roger Federer, remontándole un primer set que llegó a dominar 2-5 y en el que tuvo una pelota de set. Un golpe moral que no hizo desfallecer al suizo, tan persistente para alargar la final como impreciso en sus errores no forzados (56 por los 27 de su rival). Nadal ganó por 7-5, 7-6 (2), 5-7 y 6-1 en tres horas y 40 minutos su sexto Roland Garros, en la edición en la que ha sufrido más y en la que comenzó peor, ganando en cinco sets en primera ronda a John Isner, el maratoniano que se apuntó el año pasado en Wimbledon el encuentro más largo de la historia del tenis. Un universo en el que Nadal ocupa un lugar entre los mejores con 10 Grand Slams, uno menos que Björn Borg, al que ha igualado su marca de títulos en París. El sueco logró la marca con 25 años y un día, 24 horas menos que el registro de Nadal, que con el triunfo conserva el númerouno. De hecho, desde el 2001, cuando Gustavo Kuerten se hizo con la copa de los mosqueteros siendo el mejor clasificado del circuito.
"Sigo sin poder ganar a Rafa aquí", declaró, resignado, Federer, que sólo ha vencido en París el año de la única derrota en la Philippe Chatrier, que aplaudió y vitoreó a quien logró derrotarle en octavos de final en 2009, Robin Soderling. La grada nunca ha estado a favor de Nadal, que no es rencoroso. En el turno de los agradecimientos se acordó del público: "les doy las gracias por su apoyo". En su Twitter, Carlos Moyá no pudo ser más explícito: "Admiro muchas cosas de Nadal, pero casi que la que más es que todavía le queden ganas de agradecer al público". El número uno es ejemplar en su discurso y en su juego y sabía que llegaba al torneo amenazado por Novak Djokovic, que le había ganado en cuatro finales consecutivas, estaba invicto desde diciembre del año pasado y al que Federer acabó despachando en semifinales.
Cambio de estrategia
Pocos deportistas tienen la tensión competitiva y la confianza de Nadal en los momentos críticos sabe sacar pecho. Lo demostró sobre todo en la mencionada primera manga, cuando con 2-5 y una pelota de set en contra logró remontar "-he tenido suerte-" sin hacer un tenis brillante, pero cambiando su estrategia. De intentar desgastar de un lado a otro a Federer, el tenista que menos movimientos hace y mejor rentabiliza su esfuerzo, parece que no sude, para jugarle sobre la zona de revés. Hasta entonces el suizo obligo a Nadal a olvidarse su derecha y a retroceder. Nadal era el dominador en un encuentro gobernado por Federer, que logró su primera rotura de servicio a la cuarta oportunidad.
Nadal reclamó la presencia del fisio, que le reajustó el vendaje y le trató las ampollas antes de empezar el octavo juego.El punto de inflexión para Nadal, que desmontó a Federer ganándole hasta siete juegos juegos consecutivos y nueve de once. El 4-2 parecía indicar un set plácido para Nadal, pero el suizo empezó a fallar menos con su revés y resolvió como mejor le convenía, con intercambios muy cortos para empatar a 4 rompiéndole el servicio a Nadal, que le devolvió la jugada y sacaba con deuce antes de que el partido se parase de nuevo, esta vez por motivos metereológicos, pues comenzó a llover en la Phippe Chatrier. Un paréntesis de apenas once minutos que permitió a los entrenadores aconsejar a sus pupilos y que le sentó mejor al suizo, capaz de llevarse el juego y ganar en blanco el siguiente con el que se aseguró un tie-break sin historia para Nadal (7-2).
"Soy un gran privilegiado"
Federer supo reponerse de dos mazazos tan grandes y empezó a jugar más seguro y sobre todo más suelto. El suizo, actual número tres, sacó sus mejores golpes de la tarde y fue muy oportunos con los saques directos para llegarse la tercera manga con un revés espléndido. Todavía había final y más viendo cómo Nadal compareció en la siguiento, encadenando varios saques cariñosos, de una demasida de poco más de 150 km/h para ponerse con 0-40. Pero reaccionó a partir de su servicio, con su cuarto ace para poner el deuce en un juego en el que consiguió mantener el servicio y, lo más importante, contener a un rival desatado, impreciso en el cuarto juego, en blanco y con su primera doble falta del partido (3-1).
Sostenido por su servicio y suelto por la fiabilidad de sus golpes y la resistencia de sus piernas Nadal se llevó la final y el sexto Roland Garros de su historia en su primera bola de partido. "Sólo le doy gracias a la vida porque soy un gran privilegiado", confesó, antes de valorar que fue un triunfo especial para él en un torneo en el que recuperó sensaciones a partir de los cuartos de final, una ronda jugada precisamente contra Soderling. Le preguntaron si era su victoria más sufrida de su carrera en París, pero él se acordó de la edición de 2006, cuando ganó después de muchos meses lesionado, o la del año pasado, después de haber sido eliminado tan pronto en el 2009.