En la reacción de sus rivales se explican las victorias de Rafa Nadal. Perseguía Fernando Verdasco su primer break, ya con un set perdido y 1-4 en contra en el segundo. El madrileño ganó un intercambio de golpes delicioso y, liberado, lo celebró arrodillado en la arcilla, alzando los brazos hacia el cielo como si hubiese ganado el partido. Pero el ritual tan sólo era un festejo por ponerse con ventaja en un juego en el que Verdasco desperdició cinco pelotas de rotura de servicio. “En ese momento tuve un poquitín de nervios. Nunca se sabe con Fer, tiene un saque y una derecha que te pueden descolocar”, valoró, humilde, Nadal. Fue su único de duda en una final que resolvió en una hora y 25 minutos y en la que sólo cedió un juego: 0-6 y 1-6. Un triunfo que le permitió recuperar su mejor nivel ganar un torneo 350 días después del último y ser el primer tenista de la historia en vencer seis veces consecutivas en Montecarlo. Nadal es hexacampeón en El Principado e iguala la marca de 16 Másters 1.000 de Roger Federer. Sólo hay alguien que haya conseguido más (17) que la pareja sobre la que ha girado el tenis los últimos años: André Agassi, el campeón de turbias confesiones.
Oculto en su toalla e incapaz de disimular sus snetimientos, Nadal rompió a llorar. Llevaba demasiado tiempo sin ganar, soportando decepciones como haberse perdido por lesión Wimbledon o ver cortada su progresión en París el curso pasado. Sin estar en plenas facultades esta temporada había alcanzado la final de Doha y las semifinales de Indian Wells y Miami. “Soy mejor jugador que antes, pero quien gana es el que tiene más ilusión por hacerlo”, resolvió Nadal para Teledeporte. Su rodilla le obligó a retirarse en cuartos del Abierto de Australia, donde defendía título.
“Es una trituradora”
De “trituradora” había calificado Verdasco a Nadal en una entrevista de nuestro compañero Juan José Mateo publicada hoy en el diario El País. Ésa resultó una definición exacta del rendimiento de Nadal en la quinta final de la historia disputada entre dos españoles en un Másters 1.000. El nuevo hexacampeón en Montecarlo tuvo un saque fluido, resolvió de revés, torturó a Verdasco con el drive y los passing shots. La enumeración sería interminable y siempre favorecería al balear, gobernador del partido como lo había sido en el resto de un torneo en el que ganado tres sets en blanco sólo ha cedido 13 juegos. Casi la mitad se los ganó Juan Carlos Ferrero en cuartos de final (4-6 y 2-6).
Nunca le encontró el punto al partido Verdasco y cuando parecía hacerlo, en el tercer punto de la segunda manga, cometió dos dobles faltas (cometió 32 errores no forzados) y Nadal ganaría el punto con facilidad. Con esa extrema superioridad que suele demostrar en tierra batida, su escenario predilecto y donde cuenta con 186 victorias por tan sólo 16 derrotas. En la arcilla había triunfado por última vez, el pasado 3 de mayo, en Roma y ante Novak Djokovic. Once meses y medio y varias lesiones después, Nadal volvió a su mejor versión. “Éste es mi torneo favorito”, reconoció un año más Nadal al público de Montecarlo. “Cuando se canse de ganar aquí, quizás sea mi oportunidad”, bromeó Verdasco.