“Hay tíos muy físicos ahí fuera, esto se ha convertido en algo muy físico, muy mental”, describe, reflexivo y derrotado, Roger Federer después de perder en un partido maratoniano ante Novak Djokovic en las semifinales del Abierto de Estados Unidos. Días después, interrupciones por lluvia en medio, el serbio habla de un de jugador que responde como ninguno al perfil al que se refiere Federer: “Es muy frustrante porque cada vez que le juego lo hace mejor. Tiene la capacidad para ser, un día, el mejor de la historia. Tiene muchos años por delante”. Djokovic habla de Rafa Nadal (Manacor, 1986) contra el que acaba de perder la final del Abierto de Estados Unidos. Un hecho histórico, pues nadie en la historia del tenis antes que el español había ganado los cuatro grandes (Roland Garros, Wimbledon, Abierto de Australia y el torneo estadounidense) con tan sólo 24 años. Con esa edad Nadal ya ha completado el Grand Slam –sólo lo habían logrado antes otros seis jugadores: Roger Federer, Andre Agassi, Don Budge, Rod Laver, Roy Emerson y Fred Perry– y cuenta con nueve títulos importantes, ha ganado cinco veces en París, dos en Londres, una en Melbourne y la última en Nueva York. Además cuenta, entre sus reconocimientos más prestigiosos, un oro olímpico (Pequín 2008) y tres Copas Davis (2004, 2008 y 2009). Sólo le falta la Copa de Maestros.
Y, claro, interviene el propio Nadal: “Soy un súper privilegiado y doy gracias a la vida. En mi vida me hubiera imaginado estar donde estoy, poder disfrutar de lo que he vivido y ganado”. Un discurso humilde fuera de la pista tras un discurso autoritario, casi puro monólogo, en la pista central del para acabar ganando a Djokovic en la pista central del Arthur Ashe por 6-4, 5-7, 6-4 y 6-2, en tres horas y cuarenta y dos minutos y tras otra suspensión por lluvia. Si el agua impidió que el partido empezase cuando tocaba, el domingo –fue el tercer año consecutivo que el encuentro decisivo se jugaba un día después– también obligó a posponer temporalmente el partido este lunes, con 6-4 y 4-4 en el marcador. Nadal acabó ganando a una hora intempestiva en España: a las cuatro de la madrugada, un impagable regalo para todos aquellos que recortaron horas de sueño y se armaron de paciencia para esperar la reanudación del encuentro. Una final cerrada con un resto largo de Djokovic que por fin liberó a Nadal: se tiró al suelo, se dio la vuelta y se cubrió la cara con las manos para que no se le viera ni una lágrima. Luego, mordido y besado el trofeo, no quiso pecar de ambicioso, descartando comparaciones: “En mi vida me he planteado ser mejor que Roger y dieciséis títulos de Grand Slam son demasiados. Lo que debo hacer es seguir trabajando y mejorando”.
El triple 6-2 ante Del Potro
El suizo completó el Grand Slam el año pasado en Roland Garros, en la edición marcada por la sorprendente derrota de Nadal en octavos de final ante Robin Soderling. Un partido que marcó la trayectoria del curso anterior, pues se lesionó en una rodilla, un percance que no le permitió en Queen’s ni defender su título en Wimbledon. A pesar de jugar con el abdominal lesionado, alcanzó las semifinales del Abierto de Estados Unidos. La eliminatoria donde encajó su peor derrota en un grande ante Martín Del Potro (triple 6-2). Un mal recuerdo que queda olvidado con su primer triunfo en Nueva York, territorio en el que también habían ganado otros tres españoles, Manuel Santana, Manuel Orantes y Arantxa Sánchez Vicario.
Desde su innegable mejoría servicio, una de sus debilidades, se explica su poderío en este Abierto de Estados Unidos, en el que sólo ha llegado a sacar a 217 kilómetros por hora (su récord) y sólo ha perdido un set, el segundo de la final contra Djokovic. Una manga retomada después del chaparrón, cuando había logrado empatar a cuatro juegos después de ir perdiendo por 1-4. Ése fue el único momento de cierta debilidad para Nadal, pues Djokovic volvió más fresco a la pista y se llevó el set por 5-7. Nada que ver con las mangas anteriores: Nadal rompió el servicio de su rival en el primer juego y repitió break en el quinto juego –en la sexta oportunidad– y se acabaría llevando la primera manga. Una gran señal viendo sus estadísticas, pues en 106 de los 107 partidos a cinco sets en los que se dio esa circunstancia acabó ganando. En la tercera Nadal gano tres juegos en blanco y en el último sólo cedió dos juegos ante Djokovic, que de vez en cuando sonreía incapaz de creerse cómo Nadal era capaz de conectar restos en la línea. “He jugado el mejor tenis de los últimos siete u ocho meses”, dijo el serbio. “Ha sido el mejor partido de mi vida en el Abierto de Estados Unidos y el día más importante”, concedió Nadal, una leyenda humana y cercana. “Ya no hay palabras ni elogios para lo que está consiguiendo Rafa”, dijo sobre él Pau Gasol, uno de sus mejores amigos en el mundo del deporte.