Cada vez que una agencia de calificación nos rebaje la nota, a cada momento que nos recorten una planta, una sencilla cama de hierro de hospital en la que, pese a todo, nos va la vida, cada vez que a nuestros hijos les quiten una hora de enseñanza, una mirada de atención en el patio, cada vez que nos suban un euro un impuesto y nos recorten otro de la indemnización por despido improcedente, es decir injusto y por motivos ajenos a nuestra valía, a nuestra responsabilidad y a nuestro coraje ante una vida que no es la que soñamos cuando éramos niños pero de la que acabamos saliendo airosos, a cada momento que pase sin que nadie parezca acordarse de nosotros, que no se nos olvide, bajo ningún concepto, ni una coma ni una palabra ni una pausa del discurso de Leonard Cohen tras recibir el Príncipe de Asturias de las Letras. En campaña electoral, contrasta sobremanera con la verborrea de siempre y por eso es noticia.
Excelencias, miembros del jurado, distinguidos premiados, señoras y señores: …