Vuelvo hoy aquí, a este sitio que antes frecuentaba más que ahora, todo sea dicho. Bien es cierto que nunca lo he abandonado como lector, pero no es menos cierto que mis escritos si han ido dejando de aparecer por aquí en los últimos meses.
Sin embargo, hoy sentía que tenía que volver; podía hacerlo, tenía que hacerlo y, sobre todo, quería hacerlo.
Y no vuelvo en la situación que me hubiera gustado volver, en absoluto. Vuelvo en una situación que nunca hubiera deseado, en la que me reprocho enormemente algunas actuaciones que han ocurrido en los últimos meses, y en la que siento que le debo a alguien estar aquí, con ella, donde siempre he estado, aunque no baste con estar escondido.
Los lectores habituales de este sitio, disfrutamos continuamente de la que puedo decir, sin ningún tipo de duda, que es la mejor persona que yo he podido conocer, la mejor persona que me he encontrado en mi camino. Buena, generosa, dulce, sensible y cariñosa como la que más. Para mi es un ejemplo. Un ejemplo del que tendría muchísimo que aprender, mucho más de lo que he aprendido. Un ejemplo de entrega a los demás, de generosidad, de alegría, de como poner una sonrisa a la adversidad, y también un ejemplo de entrega y superación personal, sin descuidar nunca a los que están a su alrededor. Quiero decirle hoy, aquí, delante de todo el mundo, que a pesar del cese de mi actividad escritora aquí, en su sitio, me siento muy orgulloso de esa, de todo lo que ha conseguido en este lugar, de la cantidad de buenos amigos que ha hecho, y de la cantidad de personas que ha ayudado con sus palabras y su compañía.
Vuelvo hoy aquí por una razón. Y la razón es reconocer, aquí, en tu blog, donde tanto te dolió que dejara de escribir, que me he equivocado. Vaya por delante que detrás de mi error en ningún momento ha estado la mala intención o una premeditación a conciencia de mentir, pero ello no me exhime de haberme equivocado, y por supuesto, cuando uno se equivoca, lo mejor que uno puede hacer, a veces lo único, es reconocerlo.
Fue mi error no compartir las cosas contigo, porque, como siempre, habrías estado ahí, y habría tenido tu mano tendida. Y también ha sido mi error permitir que las circunstancias externas hayan minado mi personalidad y mi carácter en los últimos meses, y que ello haya contribuido a que no haya sabido estar a la altura de lo que tu siempre entregas, de lo que tu mereces.
No estoy aquí buscando una disculpa, en absoluto, al revés. Busco aquí el reconocimiento público de no haber sabido estar en los últimos tiempos a la altura de la persona más especial que nunca he conocido, y también la que siempre ha estado a mi lado, entregándose, dándolo todo. Siento muchísimo que en la última época, esa entrega no haya sido igual por ambas partes.
No se que ocurrirá a partir de ahora, el tiempo, como siempre, lo acabará diciendo, pero si quiero decirte una cosa, que ha sido, es y seguirá siendo así. No cambies nunca, y no llores, porque nadie merece tus lágrimas.