Nagisa Oshima, la evolución de un maestro/III

Publicado el 15 marzo 2011 por Diezmartinez

Noche y Niebla en Japón (Nihon no Yoru to Kiri, Japón, 1960), cuarto largometraje de Nagisa Ôshima, es una de las cintas más personales de su extensa filmografía y, también, una de sus más polémicas en su país, a tal grado que la casa productora, la Shôchiku Eiga, la retiró de los cines. Molesto por esta decisión, Ôshima dejó la Shôchiku -lugar en donde había realizado todo su cine hasta ese momento- para empezar a trabajar por la libre con otros estudios. Es fácil entender la razón que tuvieron los ejecutivos de la casa Shôchiku para sabotear la cinta que ellos mismos habían producido: la crónica política que Ôshima muestra en este fascinante tour de force fílmico es una denuncia seca, descarnada, del fracaso del liderazgo estudiantil de izquierdas que llegó a poner en jaque a las autoridades niponas de la postguerra. La Shôchiku tuvo miedo, al parecer, que el tema del filme y la forma de tratarlo por parte de Ôshima provocara un despertar de los entonces adormercidos movimientos estudiantiles. La provocación política de Ôshima fue mostrar que todos esos honestos e idealistas jóvenes de la postguerra que salían a la calle a luchar por la democracia y el socialismo se habían convertido, en unos cuantos años, en dogmáticos líderes comunistas/stalinistas, en desvergonzados traidores a la causa, en desencantados clasemedieros pequeñoburgueses, en desilusionados contestatarios acorralados por su propias mezquindades... Haga usted de cuenta un retrato de lo que le sucedió, mutatis mutandi, a la generación del 68 en México.La cinta inicia en la celebración de la boda de Nozawa (Fumio Watanabe) y Reiko (Miyuki Kuwano), dos antiguos actividas estudiantiles de izquierda, aunque de distintas generaciones. Nozawa es ahora un periodista progresista mientras que Reiko, más joven que él, ha decidido dejar la lucha para convertirse en un ama de casa. En plena boda, ya con algunos alcoholes entre pecho y espalda, las recriminaciones, las sospechas, los reclamos, los lamentos, no se hacen esperar. Todos los que están ahí compartieron los mismos ideales, pero ahora están más enfrentados que los "chuchos" y los "pejistas". En sucesivos flash-backs -con sus varias digresiones dentro de los flash-backs- veremos el origen de la interminable crisis en la que languidecía la izquierda japonesa de ese tiempo.He leído por ahí que Noche y Niebla en Japón es uno de los filmes más dificiles de Ôshima porque le exige al espectador tener un amplio conocimiento de la historia política japonesa de la postguerra. No estoy de acuerdo: aunque es cierto que el conocer de la historia de Japón de esos años -de la inmediata postguerra hasta fines de los 50- no estorba, la realidad es que para incluso los neófitos en estos territorios -como el que esto escribe- la cinta es transparente: no se necesita haber estudiado esta época para entender la posición de Ôshima frente a sus personajes y sus decisiones.Pero aún así, sin negar los defectos de la cinta -precisamente su relativa oscuridad para el espectador de Occidente, lo farragoso que resultan algunos de los muchos diálogos/monólogos-, Noche y Niebla en Japón merece ser revisada por cualquier persona que se haga llamar cinéfila, pues estamos ante una fascinante master-class en cuanto a puesta en imágenes se refiere. Filmada en sólo 43 tomas -la cinta dura 107 minutos: casi 2.5 minutos en promedio por toma-, la cámara del colaborador habitual de Ôshima, Takashi Kawamata, se mueve de manera fluida, funcional, re-estructurando a cada paso el encuadre. En ocasiones, el paneo puede ser brusco, en forma de barrido, capturando las preguntas y respuestas de los personajes; en otras, es más bien elegante, partiendo del interior de una pequeña habitación, hacia el atestado exterior, repleto de jovenes bailando. Lo curioso es que esta puesta en imágenes se siente como parte integral de la cinta: no me puedo imaginar otra forma de montar esas interminables discusiones ideológicas/personales, ese fluir entre el pasado utópico y el presente desencantado, entre esos secretos enterrados durante años y esas revelaciones confesadas en medio de una patética fiesta que termina en la mejor secuencia del filme.Me refiero, por supuesto, a esa extraordinaria toma hitchcockiana de 10 minutos de duración en la que, después de que el desafiante Ôta (Masahiko Tsugawa), uno de los invitados a la boda, ha sido detenido por la policía, el burocrático líder izquierdista Nakayama (Takao Yoshizawa), se suelta con una interminable perorata pidiendo unidad, comprensión, solidaridad... La cámara de Kawamata se pasea por todos los personajes que acaban de presenciar la detención mientras la voz plana de Nakayama -haga de cuenta hermano gemelo de Chucho Ortega, pero sin bigote- sigue con su discurso vacío que nadie atiende/entiende. Poco a poco, el volumen del filme se apaga y la imagen se va a negros. El filme termina en oscuridad y silencio, como las esperanzas de Ôshima por una izquierda moderna, eficiente, progresista, generosa. Algo de haber sabido al respecto Ôshima: en su juventud, fue el máximo líder estudiantil en Kyoto. Noche y Niebla en Japón fue su fascinante confesión/exorcismo urbi et orbi.
Noche y Niebla en Japón estaba programada para exhibirse hoy martes en la Cineteca Nacional, pero de último momento el ciclo de Ôshima ha sido cancelado  por razones que no entiendo. La película está disponible, de todas formas, en DVD de importación.