Situado en la Plaza de la Paja, durante ocho años fue regentado bajo el nombre de El Cosaco hasta que Arancha y su marido, española y británico, quisieron reformarlo y darle un nuevo aire. Y el resultado...maravillosamente acogedor. Con aires franceses y gran presencia de lo vintage y lo rústico, este restaurante es una delicia no sólo para el gusto si no también para la vista. Miles de detalles perfectamente cuidados, que los amantes de la decoración no dejarán escapar.
De aperitivo nos trajeron unos dátiles con requesón, que a pesar de no ser muy fans de este fruto nos pareció buenísimo.Y entre los apetitosos entrantes que ofrecen, dudamos un buen rato con las virutas de foie con oporto y tostadas al tomillo, pero al final elegimos otro frío, burrata pugliese con berenjena escalivada y tomates secos. Una auténtica delicia! Los tomates secos de diez.
Y de segundo, secreto ibérico de bellota especiado con humus y pan de pita y el tartar de atún rojo con aguacate y piparras dulces. El tartar es un plato equilibrado pero a la vez contundente. No está muy especiado para los que gusten sabores fuertes, pero es totalmente recomendable. Por la cantidad y la presentación es ideal incluso para el centro, untado en unas rebanadas crujientes de pan tostado.
El postre también lo recomendamos para compartir, ya que es difícil dar buena cuenta de él por sí solos. Los amantes del dulce disfrutarán con la tarta de queso con oreo, una nueva propuesta de este clásico que hará las delicias de muchos.
Sin duda, el lugar perfecto para una velada tranquila disfrutando con jazz francés de fondo y con una atención cuidada e impecable, en el que con entrante, plato, postre y un refresco y copita de vino saldrás por menos de 30 euros.Anotar también que sirven comida un poco más allá de las 15:30h, para aquellos que por el tráfico o las salidas nocturnas no hayan podido llegar antes.Y si no hay prisa, en la planta de abajo disponen de un chill out con mesitas bajas para tomar una copa y seguir charlando un rato más.