Nameless es una de esas obras que provoca sudores fríos en los que nos dedicamos a reseñar cómics, y constituye un nuevo ladrillo en el muro de hermetismo que está creando Grant Morrison a su alrededor, y que en determinadas obras le hace poco accesible. Intentar condesar su trama en una sinopsis resulta una tarea cuasi imposible debido a las múltiples lecturas y subtextos que impregnan los 6 números de que consta la obra. A rasgos generales y a un nivel muy superficial, podemos decir que la trama versa sobre un individuo que es contratado para intentar cambiar el curso de un asteroide que se dirige en rumbo de colisión con la Tierra. Pero que nadie espere un "Armageddon" porque esto es totalmente diferente.
Resulta complicado englobarla dentro de un género, aunque podríamos decir que se trata de un relato de terror psicológico con algunos toques de ciencia-ficción. El gran logro de este cómic es la creación de una atmósfera de pesadilla que está trufada de detalles surrealistas, cuando no directamente kafkianos. Y es que "Nameless" es un viaje alucinógeno, una suerte de exploración del terror a través del subconsciente. Resulta complicado conectar todas las piezas del lunático puzzle que nos propone Morrison, pero ello no impide que su lectura genere una cierta fascinación. Eso sí, hay que advertir que deberemos mantener una gran concentración para captar todo su significado, y aún así es probable que terminemos perdiéndonos en sus intrincados vericuetos.
La ambigüedad impregna cada una de las páginas, logrando que el lector dude en todo momento de la literalidad de lo que se nos cuenta. Me parece entrever también un espíritu de homenaje a cómics y relatos de ciencia ficción y horror de hace unas décadas, añadiendo un tono lovecraftiano que se hace muy presente durante toda la lectura.
El dibujo de Chris Burnham me parece muy adecuado, alcanzando un gran nivel de detalle y explayándose en las escenas más truculentas. No cabe duda de que el arte logra transmitir el ambiente pesadillesco que persigue Morrison y contribuye en gran medida al misterio de la obra gracias a unas composiciones de página muy dinámicas y originales. Remarcable también es el color, obra de Nathan Fairbairn, que utiliza una paleta muy llamativa en contraste con el tono sombrío de algunas escenas.
En definitiva, estamos ante una obra puramente Morrisoniana que funciona a distintos niveles siempre que el lector consiga conectar con ella, cosa que no es fácil. Aquel que busque historias sencillas y de lectura rápida, mejor que mire en otro lado porque la complejidad y rareza de "Nameless" le espantará a las primeras de cambio. A mí me ha funcionado en su mayor parte, aunque confieso que se me han escapado cosas y que a ratos su digestión no ha sido nada fácil.
Mi nota: 7