Sigue el impagable Gabriel de Araceli contándonos cómo se encuentra Madrid en el año 1809: el conde de Rumblar distrae su ocio acudiendo a una logia masónica, frecuenta la compañía de la Zaina, la Zancuda, la Pelumbres, Rosa la Naranjera y otras féminas de parecido jaez, se endeuda cada vez más con el juego y llega a la enojosa situación de verse escarnecido de forma pública. Entretanto, la capital sigue sin tener claro si Napoleón ("ese monstruo, ese troglodita, ese antropófago [...] que no se sacia nunca de devorar carne humana", cap.IV) atacará finalmente.
En ese fragor de emociones, Benito Pérez Galdós encuentra un estanque de sosiego para, igual que ocurría en El Quijote ("la matriz de todas las novelas del mundo y el más entretenido libro que ha escrito humana pluma", cap.VII), darnos cuenta de un donoso escrutinio realizado sobre las delirantes publicaciones que apestan España durante aquellos días. Y en ese fragor de emociones, el enamorado Gabriel continúa aspirando a Inés, aunque el vínculo sanguíneo que une a la chica con la noble Amaranta la coloca fuera de su alcance.
Observador minucioso y cronista insustituible de aquellos días cruciales en la Historia de España, el novelista canario nos traslada un fresco lleno de detalles indumentarios, gastronómicos, verbales y sociales, donde nos encontramos con religiosos indignados por la previsible merma de su poder, nobles que no saben a quién adular y ante quién humillarse para no perder sus privilegios, ancianos que se erigen en defensores a ultranza de las esencias patrias (la figura del Gran Capitán, incluso con su punto de risible patetismo, resulta sobrecogedora) o personajes que se pliegan a cualquier indignidad con tal de seguir en lo más alto (la figura de Santorcaz)... Todo lo mira y todo lo anota Galdós, como si dispusiera de un panóptico en su mesa de despacho. Así que cuando en las páginas finales de este quinto tomo nos encontramos con un Gabriel que ha sido amarrado junto al poeta Cienfuegos, el actor Isidoro Máiquez y otras ilustres personalidades, y se les envía hacia Francia, lo tenemos claro: hay que adentrarse en el sexto volumen y seguir conociendo su historia. La magia no se puede detener aquí.