A poca distancia de Kyoto y Osaka está Nara una ciudad poblada de animalitos. Digamos que, estos animalitos, en Miyajima son asustadizos, bajan a la zona costera con recelo y no hasta que han cumplido su mayoría de edad, que debe ser a los dos o tres años. En cambio en Nara son unas bestias peligrosas y silenciosas que esperan pacientes cerca del puesto de galletas.
No intentes huir porque te van a embestir con sus cuernos, no siempre bien cortados, hasta que les hagas caso o les convenzas que no tienes comida. Con su pupila rectangular por el sol te observan bajar del autobús, venir caminando a lo lejos mientras deciden que parte de tu cuerpo es más sabrosa para comerse hoy. Cuando menos te lo esperas te morderán el culo o sacarán su cabeza bajo tu brazo mientras tu intentas apartarlos con la mano o ya con la pierna. Dos segundos después vuelven a la carga emitiendo sonidos de pato de ducha siendo aplastado llamando los refuerzo: “Esta tiene galletas y no nos ha dado! A por ella!”.
Hasta lo avisan en los carteles!
Si eres lo suficientemente valiente o ya les has convencido que no tienes galletas levanta la vista y verás a otros guiris con cara de miedo y rodeados de los animalitos, algunos lanzan las galletas lejos para que no vengan a ellos, se suben al murete y de vez en cuando escucharás los gritos mientras huyen de los preciosos animalitos. Sí, estoy hablando de lo ciervos, esos animales tan bonitos que te recuerdan a Bambi. Yo no he visto la peli y creo que muchos turistas van a tener pesadillas con ella a partir de ahora.
Vale, siendo sincera no era tan terrible. Los ciervos eran un poco exigentes con la comida y no he mentido pero no tenían los ojos inyectados en sangre y gritaban: “te voy a mordeeeeer”. Los mordiscos eran más bien mordisquitos de “oye, hazme caso” y además en los puestos de galletas ya pone: “galletas para ciervos, gusto asqueroso para humanos” así que ya sabes lo que hay si compras sus galletas.
Yo me guardé un buen puñado de galletas y cuando subí a la zona menos poblada de turistas y ciervos se las pude dar tranquilamente a los ciervos más simpáticos. Cuenta la leyenda que el Dios Takemikazuchi llegó a Nara en un ciervo blanco para vigilar la ciudad, desde entonces ellos protegen la ciudad y el país. Actualmente son el símbolo de la ciudad y la mayoría de ellos se localizan en el parque de Nara.
Además de ciervos, Nara tiene ocho templos famosos que no voy a mencionar. Entre ellos el Tôdai-ji donde por 500 yenes puedes ver la estatua de Buddha más grande de todo Japón, varias estatuas gigantes y en una de las columnas un agujero que la atraviesa por donde puedes intentar meterte para que te de suerte. Yo vi pasar a tres japonesas a duras penas y un turista español muy delgado que fue coreado y aplaudido al salir. A la entrada está el Yakushi Nyorai, el buddha de la medicina, se supone que si lo tocas y luego tocas la parte de tu cuerpo que está enferma se cura.
El Buddha más grande de todo Japón
El buddha de la medicina
Si subes hasta arriba del Todaiji tienes una estación de descanso con agua y té gratis en mesas tradicionales, libre de ciervos y con vistas a la ciudad. No te olvides lavar tu taza antes de irte ni descalzarte para subir al tatami.
Y ya para terminar, un último recuerdo de los ciervos
Nota en la libreta: Me ha lamido la libreta!!!! Tengo la libreta llena de baba de ciervo. Iuuuugh!
La foto imposible, aunque sea a contraluz. Un ciervo y galletas en el mismo plano sin ser deboradas!!!