Hoy, por fin, la tía Amapola volvió a aparecer. Tenía tiempo de no verla. Supuestamente, que estaba muy ocupada; pero me parece que estaba en un extreme make over porque la boca la tiene más inflada y al lado de los ojos, en lugar de las patas de gallo, se le ven unos bultos. Como inflamaciones.
Se me apareció como un ánima en pena en la puerta del cuarto. Sin una gota de maquillaje, con los pelos parados y con una bartola blanca que le arrastraba. Llevaba encima todos los collares que le ha puesto su padrino babalao y las pulseras de peonías y ojos de buey. Hedía a ron barato y tabaco de brujo.
—Ay, mi niño, desde que agarraron a Juanchito con la merca, no he pegado un ojo. Rezo día y noche, me he fumao caja y media de tabacos ¿No oyes como tengo la voz? Ya parezco…
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