1. ¿Qué es combatir "en la guerra civil española" y quiénes lo hacen?
La primera tiene que ver con la premisa inicial: se deduce de tal planteamiento que quienes no asumen (o no asumimos) la llamada (para ser pedagógicos) "propuesta nocilla" estamos combatiendo (literariamente) "en la guerra civil española". Cuando sólo horas antes de la entrevista de Página 2 nos llegaba la noticia, de una actualidad pavorosa, de que García Lorca ha comenzado a ser el primer gran escritor desaparecido, y no sólo asesinado, del siglo XX, la afirmación de Manolo Vilas no deja de ser, con todos los respetos y con toda mi amistad, un sarcasmo. ¿Se refiere a quienes ejercen una propuesta narrativa moderna, innovadora aunque sustentada en la historia, con argumento? ¿Se refiere a quienes, como Muñoz Molina, o Chirbes, o Belén Gopegui, o Isaac Rosa, o Menéndez Salmón, o Marta Sanz, por ejemplo, siguen arañando, con una rotunda vocación de modernidad, en la memoria colectiva? ¿O quizá plantea que los escritores abandonen la sombra que todavía proyecta (y proyectará sobre las futuras generaciones: no hay más que ver la perseverancia de la caverna en oponerse a cualquier afán recuperador de nuestra memoria) la guerra civil sobre el comportamiento colectivo de mayores, maduros y jóvenes? Yo (seguro que Vilas también) he vivido la experiencia de preguntar a vecinos, jóvenes y menos jóvenes, de pueblos del norte de Madrid sobre acontecimientos de la posguerra y se han negado a hablar. Diría más: me han hecho saber su miedo (heredado silenciosamente de padres a hijos). Ante esa realidad, ¿qué hemos de hacer los escritores? ¿No combatir ese miedo, no aportar claridad ni proyectar nuestra mirada del siglo XXI sobre las heridas que perviven desde hace 60 años? Si algo necesita el momento narrativo que estamos viviendo en España es rigor en el análisis y no frases efectistas. La televisión, el comic, el cine, el underground, la publicidad son, sin duda, medios que proyectan contenidos, que comunican. Internet, además, intercomunica, proporciona nuevos contenidos globaliza. Somos, en gran medida, seres televisivos, marcados por la televisión, por la publicidad. Pero la narrativa es lenguaje escrito y crítico, instrumento superador de la banalidad, arte basado en palabras.
2. ¿Dónde y cómo se libra la "guerra de las galaxias"?
Lo primero que cabe decir es que la película (una obra maestra de la ciencia ficción) a la que alude la afirmación de Vilas tiene ya 30 años. Que en ese tiempo ha habido, al menos, dos procesos de renovación/revolución/desestructuración narrativa en occidente. En España también. De esos procesos, las obras perdurables que han quedado se pueden contar con los dedos de una mano. Por tanto, afirmar que los escritores "modernos" (o post) están librando "la guerra de las galaxias" mientras que los antiguos están en la guerra civil española, no deja de ser una afirmación huera de contenido. Entre otras razones porque hay escritores modernos, innovadores, rupturistas si se me apura, que en España afrontan nuestra realidad social con moldes estéticos y literarios "no fragmentarios". Y que en Europa o en Norteamérica ocurre lo mismo: sólo a los sectores más conservadores se les ocurre decir en Italia, en Francia o en Alemania, o en Inglaterra, que hay escritores que "combaten" en la Segunda Guerra Mundial o en la guerra contra el nazi-fascismo (por tanto, no modernos) frente a los que están en "la de las galaxias". Recordar novelas europeas recientísimas (de dos años para acá) proyectadas sobre la memoria colectiva y, a la vez, radicalmente modernas, como Las benévolas, de Johanatan Littel, o La elegancia del erizo, de Muriel Barbery, o El informe de Brodeck, de Philippe Claudel, o Chesil Beach, de Ian Mcewan o La lluvia antes de caer, de Johanthan Coe, por citar sólo las que he leído y me vienen a la cabeza, haría innecesario prolongar esta reflexión.
Creo que Aire Nuestro es una buena obra narrativa. Lo he dejado escrito en este blog (pinchen aquí). Pero a mi juicio es una obra narrativa valiosa en la medida en que baja de las galaxias y conecta, sobre una base compuesta de personajes reales (algunos inventados) que proceden tanto de la cultura "culta" como de la cultura popular, con nuestra geografía sentimental, con nuestra memoria personal y colectiva. Su estructura televisiva es importante. Pero sin la programación por la que opta, apegada a nuestro universo de emociones y de experiencias, se quedaría subida a la galaxia.
Hasta aquí, mis reflexiones sobre la frase de Vilas. Una aportación a un debate tan imprescindible como esquivado.