Con el paso de las jornadas casi podemos hacer nuestra la famosa frase que siempre acompañaba a la selección española de fútbol: "Jugamos como nunca y perdemos como siempre". No sé si estamos gafados, tenemos un mal de ojo encima como un caballo o están haciendo prácticas de vudú con nosotros. La realidad es que de nuevo volvimos a perder, y cómo no, en el último suspiro de partido. Es nuestro mal crónico desde hace no sé cuantas años. Quizás el comienzo de esta pesadilla fue en nuestro paso por la primera división hace unas temporadas cuando fueron innumerables los partidos que perdimos cuando el árbitro tenía el pito en la boca para dar como concluído el encuentro. Desde entonces venimos arrastrando esta maldición. No hay manera de que se aleje del equipo, es más, a medida que pasa el tiempo se va acrecentando.
Ayer y contra el Almería fue en el minuto 89 cuando un chaval de nuestra tierra y que había militado en el Nàstic, "para mayor inri", nos dio de nuevo esa puntilla que nos dejó otra vez hundidos y frustados. Aleix Vidal, el chaval de Valls, consiguió así vengarse de un equipo, el Nàstic, del que una vez fue repudiado. No tuvo bastante con meternos el gol de la sentencia que además nos lo restregó delante de nuestras narices besándose con gestos mayúsculos el escudo de su ahora Almería y diciéndonos sin palabras, "aquí estoy yo, al que no quisistéis". Este hecho produjo la indignación de muchos aficionados como quedó reflejado después del partido en las redes sociales.
Respecto al partido, el Nàstic volvió a jugar bien plantando cara a un equipo que ha demostrado el por qué de su situación en la tabla. Repleto de ex-primeras fueron a por el partido desde el minuto uno hasta el minuto noventa. Bien plantados en el campo y jugando casi de memoria consiguieron su propósito de llevarse los tres puntos cuando el empate era lo que todo el mundo esperaba. Otra vez mucho castigo para los méritos de un Nàstic que volvió a tirar de casta y en momentos de buen fútbol en un partido en que hubo numerosas oportunidades de gol para los dos equipos. Dos cosas hicieron decantar la balanza hacia el equipo de Lucas ALcaraz. Una el poco fuelle con que llegaron los jugadores granas al final del partido cuando ellos parecían frescos como rosas y la otra es esa esencia que desprenden los equipos grandes que hace que se diferencien del resto. Esa esencia que tanto echa de menos D'Alessandro y que no sabe muy bien explicar como varias veces ha comentado. Quizás sea la suerte de los campeones o quizás sea simplemente que están por un escalón por encima del resto. Al final lo que nos quedó es otra vez esa cara de tonto y el no saber ya cuando despertaremos de esta pesadilla.
Ahora mismo no nos vale ni tan siquiera con jugar bien, incluso a veces muy bien, para ganar. Llevamos ya muchas jornadas haciendo un buen fútbol y sin recibir todo el premio merecido. Como dijo el míster, el fútbol nos tiene que devolver como un torrente todos esos puntos que nos ha ido quitando injustamente y para que eso ocurra debemos seguir en la línea en que estamos. Celta, Elche y Almería, menudos equipos!, han sido nuestros últimos rivales. Dos derrotas y una victoria. Nuestro próximo rival otro de los gallitos, el Valladolid y en el "estadio de la pulmonía". Tenemos que equilibrar la balanza y por eso iremos a Pucela a realizar nuestro juego y estoy convencido que daremos la campanada. Hoy por hoy solo podemos ampararnos en el fútbol que desplegamos y éste es nuestro gran aval para seguir soñando en que todavía se puede. Y para que nadie nos dé por muertos volveremos de tierras castellanas con tres puntos de oro que marcarán el devenir de nuestro futuro cuando comenzemos de una vez por todas nuestra verdadera liga.