La empresa decidió renunciar al trabajo de esta atractiva señorita porque, al parecer, entretenía demasiado al personal por las pronunciadas curvas que le regaló la madre naturaleza. Un simple despido, en una tienda de lencería neoyorquina, da la vuelta al mundo por los motivos del mismo, reivindicándose desde diferentes sectores esas cosas de la igualdad, de la discriminación positiva (todavía no entiendo como puede ser positiva una discriminación) o la no utilización de la mujer como objeto. En fin, son los mismos que aplauden a Jaclyn Swedberg, chica de nombre imposible y Playboy del año. Se conoce que las fotografías de la revista para hombres, son más artísticas, o que su publicación, ligeras de ropa, no representa en modo alguno, tratar a la mujer como un objeto más o menos decorativo. A mi, personalmente, la anatomía de la tal Lauren no me inspira especialmente, pero los americanos son de otra pasta, y tienen más fijación con las lolas, las domingas o como quiera que se les llame, y pese a la exuberancia, la ven atractiva. El otro día, que publicamos una fotografía de la playmate anual, me sentí significativamente más emocionado, pero eso es otra cosa. No estoy de acuerdo con el motivo del despido, pero la gerencia de la empresa tiene derecho a buscar lo que considere mejor para su negocio y eso también constituye un ejercicio de libertad.