Natxo vidal

Por Acalvogalan



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Bio-bibliografía

Nací en Alicante en 1978. Soy virgo y, hasta donde puedo recordar, fui un niño pequeño amante de la calle y de la música. Estudié trombón, viajé por ahí y acabé (esta forma de decirlo no parece esconder nada bueno) siendo profesor de conservatorio.
He publicado un libro de poemas, Atrás no es ningún sitio (poemas para diez mil kilómetros después), participo en la antología de relatos breves Semana de pruebas, de Lagartos editores, escribo, desde 2007 en http://elcoloquiodelosperros.net/ y recorro desde hace unos años, junto a un tipo que canta mis versos, todos los garitos en los que nos dejan actuar con el espectáculo Versos en los dedos. He aparecido también en algunas publicaciones locales, festivales de poesía y todo eso….
Me gusta la cerveza y escribo por las noches.
Cierta poética triste
Ya la he encontrado;
he dado con la imagen:
mi última poesía
es una carretera de líneas discontinuas
hundiéndose en las aguas de un pantano.
Del único pueblo al que conduce
sólo se ve la torre de la iglesia
algunos pocos días del verano:
sólo unos pocos versos cada año
donde poder amarse las cigüeñas.
El resto es sólo agua;
un cementerio
con peces de colores.
Poemas




Imagina

IMAGINA que te mueres de frío,
en una habitación vacía.
Tienes unas cerillas, un Hopper, un Picasso,
un Pollock, un Velázquez.
¿Cuál arderá primero?
Así estoy yo contigo:
muriéndome de frío, decidiendo
por dónde comenzar el fuego.
De Historia de los perros. Inédito.
Una sola palabra
Comosialfinlamuerteylasmujeresyelpasodelosañoslavidaylosrelojesloshijoselrecuerdoambiguodelashorasyeldestinoylacertezainmensadelosdíascupieranfinalmenteenunasolapalabra.
De Atrás no es ningún sitio (poemas para diez mil kilómetros después)

Como un árbol
INÉS no sabe todavía
que escribo por la noche.
Por eso se despierta.
Es insolente sin quererlo,
como las rosas
que fueron a nacer entre maleza.
En ocasiones viene
de algún lugar con príncipes y hadas
buscando el puente del pasillo
y la almena segura de mi hombro.
Ella piensa que yo no me doy cuenta,
pero la traicionan
el arco y la ballesta,
la espada todavía en la cintura.
Algunas veces llega, sin embargo,
de una ciudad lejana
de hierro y de cemento:
alguna de esas tristes ciudades de los sueños.
Ella piensa que yo no me doy cuenta
pero delatan su viaje
las manchas de alquitrán en sus mejillas,
el pelo enmarañado por el humo.
Sea cual sea su viaje
(desde un lugar remoto de brujas y castillos,
desde una de esas tristes ciudades de los sueños)
yo la espero tranquilo como el árbol
que aguarda en la plazuela a los borrachos
para acoger con paz su vomitera
o para cobijar a los amantes,
según la noche
y el número de luces encendidas,
mientras se besan lentos
debajo de sus ramas,
sea cual sea su viaje...
Inédito