Y cuando contemplamos cómo estos animales encajan en el árbol de la vida de la evolución, un hecho insólito se nos revela: que entre la fauna de las tempestades hay muchos de los linajes más primitivos de animales terrestres. Así, colémbolos, Dilta y arqueognatos se cuentan entre lo que llamaríamos los insectos más antiguos del planeta, los más cercanos a los crustáceos de agua dulce de los que descendió la estirpe de los insectos. También los miriápodos resultan antiquísimos, y los sapos nos recuerdan que fueron los anfibios los primeros vertebrados en salir del agua. ¿Por qué estos pioneros de la tierra firme dependen de la humedad para vivir? Simplemente porque la evolución sucede por pasos graduales: los primeros animales terrestres descendían de animales acuáticos, por lo cual se parecían a ellos y todavía necesitaban permanecer cerca del agua. Recién emancipados del líquido elemento, incapaces de sobrevivir en plena aridez, requerían mucha humedad para vivir. Más tarde, sus descendientes, erguidos a hombros de estos gigantes colonizadores, desarrollaron adaptaciones que ya sí les permitieron tolerar un entorno seco, y así se rompió el estrecho lazo con la humedad; eran los reptiles y la mayoría de los insectos. Y aún hoy, millones de años después, la fauna de las tempestades en nuestro pequeño y seco monte mediterráneo es como el recuerdo lejano de aquella época remota en que la biosfera producía los primeros animales terrestres. Porque, como nuestra propia memoria, como las ciudades o la sociedad, los ecosistemas están hechos de piezas de distintas edades, especies que son el testimonio viviente del largo y azaroso camino de la evolución en este planeta.
Y cuando contemplamos cómo estos animales encajan en el árbol de la vida de la evolución, un hecho insólito se nos revela: que entre la fauna de las tempestades hay muchos de los linajes más primitivos de animales terrestres. Así, colémbolos, Dilta y arqueognatos se cuentan entre lo que llamaríamos los insectos más antiguos del planeta, los más cercanos a los crustáceos de agua dulce de los que descendió la estirpe de los insectos. También los miriápodos resultan antiquísimos, y los sapos nos recuerdan que fueron los anfibios los primeros vertebrados en salir del agua. ¿Por qué estos pioneros de la tierra firme dependen de la humedad para vivir? Simplemente porque la evolución sucede por pasos graduales: los primeros animales terrestres descendían de animales acuáticos, por lo cual se parecían a ellos y todavía necesitaban permanecer cerca del agua. Recién emancipados del líquido elemento, incapaces de sobrevivir en plena aridez, requerían mucha humedad para vivir. Más tarde, sus descendientes, erguidos a hombros de estos gigantes colonizadores, desarrollaron adaptaciones que ya sí les permitieron tolerar un entorno seco, y así se rompió el estrecho lazo con la humedad; eran los reptiles y la mayoría de los insectos. Y aún hoy, millones de años después, la fauna de las tempestades en nuestro pequeño y seco monte mediterráneo es como el recuerdo lejano de aquella época remota en que la biosfera producía los primeros animales terrestres. Porque, como nuestra propia memoria, como las ciudades o la sociedad, los ecosistemas están hechos de piezas de distintas edades, especies que son el testimonio viviente del largo y azaroso camino de la evolución en este planeta.