Con la estatuilla en la mano, el director español sorprendió a todos con su discurso: “Me gustaría creer en Dios para darle las gracias, pero yo sólo creo en Billy Wilder. Así que, Gracias Mr. Wilder”.
Navarro, Juan Carlos, es mi Billy Wilder particular, un dios de la canasta que ha de estar en mi Olímpo del basket junto a Magic, Jordan, Bird, gran parte del Dream Team, Petrovic, Óscar Schmidt, Sabonis y otro pequeño grupo selecto.
Justo cuando se cumplen 15 años de su debut en la ACB, Navarro se ha convertido en el máximo anotador de la historia de la Euroliga. Otra pequeña gran gesta en su envidable palmarés.
Sin ser el más alto ni el mas fuerte en un deporte en el que cada vez prima más el músculo sobre el talento, Navarro domina el juego a su antojo cual rara avis con sangre fía haciendo fácil lo imposible sin darle la importancia que tiene a lo que hace. Y la tiene. Mucha.
Tanta, que cuando se retire, el resto de los equipos deberían homenajearle. Como sucedió con Kareem o Jordan, los rivales deberían rendirle pleitesía al asesino que tantas veces les ha matado. El maldito día que decida retirarse, será el primer día del Apocalipsis baloncestístico. Y el primero en el que sus rivales respirarán.
Gracias por los recuerdos Mr. Navarro.