Navegando el río Amazonas (segunda parte)

Por Andrea Y David Rodulfo Y Calvo @zaigua

Después de casi 1500 kilómetros subiendo el río Amazonas en aproximadamente 150 horas esta madrugada llegaremos a nuestro destino: Manaus. Si fuera por nosotros podríamos seguir una semana más río arriba, siempre y cuando viajáramos con nuestro cocinero Lucio y nuestros amigos camioneros.

En total hemos sido 16 personas en la balsa, 7 tripulantes y 9 pasajeros y poco a poco hemos ido entablando una relación que nos ha unido a nuestros hermanos de la carretera. En todo Brasil hemos sufrido la pésima educación vial que tienen la mayoría de los conductores, en varias ocasiones los camiones nos han echado de la vía y puesto en peligro, por esta razón al principio no me sentía con muchas ganas de entablar ningún tipo de relación con ellos. Sin embargo, con los días me olvidé de su profesión y pude conocerlos personalmente. Me llamó la atención que enseguida te hablan de sus hijos y/o esposas con bastante añoranza y siempre estaban bien atentos a su celular para ver si agarraban señal y podían hablar unos minutos con sus familias. Algunos nos contaban que normalmente pasaban unos 3-4 días al mes en casa y el resto transcurría de un lado para otro en la carretera. Todas las tardes después de cenar (cenar a las 17:00 por cierto) nos juntábamos al frente de la balsa para disfrutar del atardecer y comenzábamos a charlar y compartir experiencias. Ha sido nuestro examen final de portugués porque cada uno tiene un acento diferente dependiendo del estado que venga, creo que lo pasamos, no con nota pero lo pasamos J

 Hoy la rutina cambió un poco, tuvimos nuestra fiesta de despedida. Por la mañana los camioneros se aprovisionaron de cachaça y cerveza y después de comer comenzó nuestra fiesta particular en el Amazonas. En un espacio de la balsa, la tripulación nos ayudó a poner una manguera y comenzó el jolgorio, quien nos iba a decir que nuestra mejor fiesta en Brasil sería aquí. El chico que venía transportando un barco desde Florianápolis prendió la música y todo se transformó. Todo el mundo bailaba, y con bastante buen ritmo por cierto, a mí me trataron de enseñar un par de pasos pero creo que necesito algo más de cachaça para mejorar… Los vamos a echar de menos cuando lleguemos.

En cuanto al Amazonas ahora lo veo con otra perspectiva. El río Amazonas es una gran autopista fluvial que sirve de nexo de unión para miles de personas en Brasil y también en el extranjero. Hemos visto barcos de todo tipo, desde pequeñas canoas que se acercaban a vender pescado u otro producto de la zona hasta grandes buques que transportan mercancía hacia el exterior (de aquí sale la soya que se consume en muchos países del mundo) pasando por los barcos de pasajeros llenos de hamacas o los barquitos que se ataban al nuestro y “hacían dedo”. Parece un mundo paralelo.

Fauna tiene que haber mucha pero no hemos visto casi nada. Muchos animales son nocturnos por lo que es imposible verlos. Nos decían que en el río hay muchos jacarés (como cocodrilos) pero durante el día están sumergidos y solo se pueden ver de noche en las orillas. También hay bastantes onzas (jaguares) pero también son nocturnos. El animal que hemos visto con mayor frecuencia es el boto, una especie de delfín que se ve frecuentemente cerca de la balsa, los hay de dos colores, grises y rosas.

Peces hay muchos y de todos los tamaños, vimos fotos de algunos del tamaño de un hombre. Quizás el que más se tenga en mente es la piraña y aunque nos comentaron que hay un buen número de ellas tampoco observamos ninguna.

El río es impresionante y lo que más me llamó la atención fue su caudal, hicimos varios cientos de kilómetros y parecía que en vez de estrecharse se ensanchaba. El agua es turbia y aunque no lo parezca debe de tener un grado de contaminación considerable. Son muchos barcos los que lo navegan y casi todos sus desechos van a parar al agua, eso sin contar con lo que la gente que habita en las orillas también arroja.

Hablando de las personas que viven al borde del río para nada son indígenas con plumas y taparrabos como alguien pudiera pensar. Es cierto que tienen rasgos faciales que revelan su pasado indígena pero se visten como cualquiera de nosotros y su lengua principal es el portugués. Entre ellos solo hay diferencias  en el tipo de viviendas que moran. Todas las construcciones son de madera pero hay algunas muy sencillas rodeadas de muchísima vegetación y otras más amplias con más espacio alrededor. Estas últimas están más hacia Manaus en donde se ve bastante ganado como búfalos.

En fin, que ha sido un viaje totalmente diferente  al que nos imaginábamos pero como nos decían nuestros amigos camioneros no siempre es así de placentero. El nuestro resultó de esta manera porque teníamos una tripulación muy condescendiente con nosotros (especialmente Lucio que nos ha estado mimando todos los días con su comida) y porque la balsa no iba con carga completa y había espacio para relajarse un poco. Ahora ya nos toca cambiar de chip y mañana volver a la carretera aunque si por nosotros fuera no nos bajábamos del barco!

David