La intención que uno tiene cuando escribe, simplemente, es comunicarse con otras personas a través de las palabras y de esa forma expresar lo que se piensa, más allá de aspirar a ser un gran escritor, aunque es bien cierto, que la idea de conseguirlo se convierte en un objetivo muy tentador, pero lograrlo no está al alcance de cualquiera.
No es muy elevado el tanto por ciento de quienes a lo largo de la historia de la humanidad, han conseguido convertir la escritura en arte manejando, con singular maestría e ingenio su pluma. Escribir, tiene mucho de comunicación, bastante de terapia y todo de creatividad, ya que te permite desarrollar sin limitación y libremente tu imaginación, al mismo tiempo que puedes transmitirle a otras personas tus ideas y pensamientos, tus realidades y fantasías.
Se trata en definitiva, de contar cosas, de ejercer de simple contador, sin pretender traspasar la frontera que delimita la propia capacidad del intelecto personal.
Contar cosas, verdaderas o inventadas, al final, darle sentido al hecho de aprovechar parte del tiempo disponible cada día. Se trata de desarrollar la acción de crear algo, en este caso, poniendo las palabras en su sitio, o al menos intentándolo, y abrir de alguna manera la puerta de los sueños para trasladarlos al papel, y que los contenidos no se pierdan en el inmenso, profundo y desconocido mar de la existencia, o del olvido, que es mucho peor.