El Yangtzé es un gran río, poco o nada hay que discutir sobre ello. La construcción de la Gran Presa de las Tres Gargantas, de la que ya dimos cuenta en otro anterior artículo y que podéis consultar aquí, hizo elevar el nivel de las aguas en muchos tramos de su recorrido provocando que, lo que antes eran simples arroyos de imposible o difícil navegación, se convirtieran en afluentes o corrientes que se adentran entre parajes rocosos de indudable belleza.
La exposición y explotación al turismo de esta parte del Yangtzé ha dado lugar a que pequeñas embarcaciones, casi diría que de recreo, afloren a nuestros ojos la belleza de la naturaleza.
Dejamos Sandouping, después de visitar la Gran Presa de las Tres Gargantas. Atravesada esta, el barco continuaba lentamente su ruta, dirección Wuhan-Chongqing. Pocas millas después el gran río nos va mostrando el inicio de otras corrientes que discurren entre frondosos desfiladeros.
Nos adentramos en la garganta Wu, en busca de la “Diosa”.
El maravilloso paraje de las montañas de Wushan se quiere esconder entre la clásica bruma que, casi de continuo, acompaña al río. Atracamos en un embarcadero, esta vez de dimensiones mayores al que nos encontramos cuando visitamos la Pagoda de Shibao. Sirve también como zona de atraque para las embarcaciones que se dirigen a Quingshi y, sin llegar a pisar tierra, tomamos de nuevo unas bonitas embarcaciones con capacidad para unas 20 personas, eso sí previamente enfundados nuestros chalecos salvavidas.
Finalizamos el recorrido con los pequeños barcos en un improvisado embarcadero flotante, quedando a nuestra vista el original arroyo. Un empinado camino nos conduce a la entrada de un túnel. En un pequeño rellano los guías nos convocan a una danza, especialmente cutre. No me importa, ese no es mi interés. El túnel, acceso reservado para los habitantes de Qingshi, muestra en su entrada un curioso cartel: “The tourist halt”. Unas envejecidas motocicletas descansan apoyadas en la pared; una cadena, de lado a lado del túnel, nos indica también la imposibilidad del acceso. Una parte de la China verdadera se nos oculta, sin embargo en mi retina se han quedado imágenes que por mucho que me haya esforzado son difíciles de describir.
Mereció la pena esta parada y recorrido por la corriente del Shennv; ahora la fonda la tenemos garantizada a bordo del Sinorama Diamond. La disfrutamos con mucha salud, la misma que te deseo a ti, ciudadano viajero.