El frío invierno, y el calor de las chimeneas. Muchos regalos, ilusión y felicidad. Grandes cantidades de azúcar, y de todos los dulces imaginables. Grandes cantidades de salados también. Y de bebida. Grandes cantidades de todo.
"Una vez al año, no hace daño"
12 uvas, matasuegras y fiesta. Mucha fiesta. Porque, digo yo, que algo habrá que celebrar. Pero, por encima de todo, propósitos. Apuntarse al gimnasio, adelgazar. Dejar de beber, o de fumar. O las dos cosas. Estudiar más, trabajar más duro. Portarse mejor, donar dinero a una buena causa. Ir a la Iglesia.
Probar fortuna en el sorteo del niño. Porque en la lotería no te tocó nada. Y lo sabes, como también sabes que en este tampoco te tocará nada. Con algo de suerte el reintegro, a pesar de haberte despertado al sonido de "mil euros" en la tele, creyéndote millonario aunque sólo fuera por un instante. Pero hay intentarlo, ¿Por qué no? Si al fin y al cabo lo bonito es comprar ilusión. Que te toque o no es secundario.
Guirnaldas, adornos en las casas. Lucecitas de colores, que se encienden y que se apagan. Que parpadean como si algo les hubiera entrado en un ojo. Un árbol, de plástico, pero árbol. Y más luces, y más guirnaldas. Y, si eres bueno, regalos. Pero si eres malo carbón. Aunque en navidad todo lo malo parece menos malo, y todo lo bueno, mucho mejor.
Bastones de caramelo. Polvorones, turrón. Duro y blando, para gustos los turrones ¿no? Mucho tiempo compartido con la familia, y con los amigos. Relajadas vacaciones para algunos, merecidas vacaciones para otros. Un breve suspiro, una parada para coger aire, beber agua, y seguir corriendo.
Ya que, digo yo que todo el mundo necesita un descanso de vez en cuando.
Toma la iniciativa.