Navidad, año nuevo y despedida del Tincho 2013...

Por Viajeporafrica

Y así los días con el Tincho fueron transcurriendo entre aventura y aventura, acontecimientos históricos, algún que otro desmayo fuera de agenda, y vagas excursiones por la periferia de esta mini aldea anglo africana apodada Grahamstown. Luego del funeral del gran Nelson Mandela, lo que titilaba en la lista de actividades eran los preparativos para festejar la llegada de una nueva navidad y de un más que próspero año nuevo. Así fue que, entre chapuzones y mucho cloro, en la pileta de nuestra pequeña mansión (que ya había dejado de ser la Casa Latina), y mientras el Tincho planeaba un recorrido por algunos países de África, fuimos poniendo a punto las parrillas, colgando las guirnaldas, y apilando una buena cantidad de botellas vacías que necesitaban ser reutilizadas.

La casa, de "Casa Latina", pasó a ser "Casa Pueblo". Casi a toda hora y por una buena cantidad de inverosímiles e inventados motivos, se veía gente que entraba, salía, vivía, dormía, o se infiltraba. Nadie parecía intentar el menor esfuerzo por mantener controlada su incordura mental, emocional, o física. Los mundos se entrelazaban y colapsaban principalmente en la inmensidad de la cocina o en la frescura del patio, aunque también se podía ver gente desvariando en alguna de las habitaciones, y hasta dentro del baño. Las interacciones poco a poco se iban tornando virtuales, y mucho a mucho, cuánto más alcohol o porro las adornaban. En fin... casi siempre llegaba ése momento que se podría describir como Pseudo-psico-esquizo-pirotecnia. Personas que iban perdiendo el control de una deteriorada emo-cionalidad y entonces... Piuuuu piuuuu...

Por suerte mucho más acá de estos por mayores, estaba la parrilla, y por suerte atrás de la parrilla y de las artes culinarias, lo teníamos al Tincho desparramando ideas, sonrisas, y alegría de vivir. El Tincho mediaba energéticamente una realidad que surfeaba en español las contingencias del mundo inglés, como un desatanudos de las problemáticas de la incontención, que provienen de quien no puede exponer sus problemas clara y abiertamente, y prefiere provocar escándalos para llamar la atención, que verse sentado delante de un espejo que lo desnude y lo mande a "trabajar" al menos por una mísera vez en su vida. La psicología de la comodidad post-colonización, muy culposa al darse cuenta que los demás no tienen nada de lo que uno tiene, pero lo suficientemente vaga como para no hacer nada al respecto. También estaban los vagos emocionales naturales, que simplemente succionaban la psicopatía del ambiente y la usaban como una especie de droga con la cual exculparse, evadirse de la realidad, y por qué no, de su propia miseria.

Las fiestas, más allá de toda esta psicopatía propia de personas que no tienen ninguna motivación en la vida, fueron muy divertidas, y por qué no reconocerlo, gracias también a todo lo anteriormente expuesto, profundamente memorables. De carne a la parrilla pasábamos a pizza a la parrilla, como de la pileta de casa pasábamos a alguna otra pileta de alguna otra casa, como de cerveza pasábamos a vino, y de repente y casi sin quererlo, llegábamos a la botella de tekila. Entre tanto comíamos uvas de la parra y le cuidábamos los perritos al vecino. Nos íbamos y veníamos a lugares que aún no termino de recordar qué, o adónde eran. Cada tanto alguien aparecía en algún auto, nos enfrascaba y nos llevaba. Lo que no faltaba, gracias a dios en todas sus mentirosas facetas, era porro. Los había de toda la gama cromática de los verdes... que llegaban hasta un chillón y casi imperceptible pelirrojo Mohicano. Las patadas en la pera eran la mejor parte. El día estaba constantemente prendido. Los brillantes poderes nocturnos de linterna verde y otras capas de una hiper-realidad.

El fin del 2013 llegaba cargado de cierres de puertas dimensionales y conclusiones de ciclos de vida que ya se habían agotado lo suficiente. Si el ser humano supiera soltar a tiempo, se ahorraría sufrimiento y utilizaría muchísimo mejor su energía, pero... Lo más rescatable, antes de un 2014 inclasificable, fue que el Tincho nos adornó la periferia, nos puso signos de exclamación al cierre del año, y nos dejó envueltos en un torbellino energético, que como pequeños colchones de algodón, supieron amortiguar algunos infantiles golpes de la vida. Es que a veces los niños pueden ser, además de manipuladores, crueles; actos que podemos atribuir a una correlación intrínseca de un estadio emocional básico, primario y caprichoso, que no sabe negociar ni con el entorno, ni mucho menos con su propio tirano interno. El estancamiento pre-conceptual de un ser humano que no puede hacer el más básico acto de abstracción para entender su comportamiento en el entorno.

Infinita mezcla y superposición de sentimientos. Un collage de vida tan inentendible como los párrafos que lo preceden. Sigo extrañando la "Casa Latina", pero no extraño demasiado a la "Casa Pueblo". Pediría una nueva oportunidad para gritar algún sentimiento que quedó estancado. En aquel momento no hubo ni tiempo para eso. Había que tomarse un avión a Argentina con cierta urgencia interna. Había que ir a recuperar una libertad que por algún inentendible motivo parecía haberse esfumado, o mejor dicho, camuflado... Comenzaba un proceso muy intenso de aprendizaje sobre los compromisos que uno asume, pero principalmente sobre cómo enfrentarlos. Un mano a mano, o un cara a cara con la vida, esa que te dice: "ahora te toca a vos, a ver si te la bancas". La vida es una mujer hermosa que sonríe puramente mientras te guiña un ojo y te besa en la boca, llena de ese potencial costo de no volvértela a encontrar nunca más. Llena de duda eterna. Yo como siempre me fui corriendo detrás de aquel sentimiento, que aunque sé que tampoco es real, es en el único que creo.

Siempre tengo una imagen en mi memoria que me hace sentir mejor. Ya del otro lado del charco, escribo estas últimas memorias de un viaje que necesitaba, a través de este relato, ser terminado. Lleno de besos, de amor, y de inquisitivas miradas voy a seguir recorriendo el mundo, con el solo objetivo de encontrarme una, y otra, y otra, y otra vez, con el infinito caudal de sentimientos que se conjugan en la existencia. Muchas gracias por leer.