Necesaria, pero no suficiente

Por Raguadog @raguadog

La producción de energía y la manufactura de bienes en los países industrializados emiten ciertas sustancias a tasas superiores a su tasa de asimilación natural, y hacen uso de ciertos recursos indispensables a tasas superiores a las de su regeneración.  Es decir: no se cumplen aún las reglas de Daly. Demandamos diariamente tantos productos y tanta energía que uno debe preguntarse: ¿tal vez deberíamos demandar un poco menos? O un corolario: ¿deberían ofrecernos menos?

¿O, quizás, la tecnología, junto con el mercado, resolverá este problema de forma más o menos espontánea?

En efecto, la tecnología ha ido consiguiendo, cada vez, una mayor eficiencia:

  • un menor consumo relativo de materia prima por kilogramo de producto final;
  • un menor consumo de combustible por gigajulio de energía (eficiencia energética). La cantidad de contaminantes emitidos también ha ido reduciéndose;
  • descubrimiento de nuevos procesos o nuevas materias primas que resultan en una menor contaminación.

Parque eólico en Texas. Fotografía: Leaflet.

Pero, aun así, la tecnología no es suficiente. Alguien podría argüir que, si se trata de que la tasa de utilización sea menor que la tasa de regeneración, la tecnología también puede incrementar esa última tasa (regeneración natural + regeneración artificial). Pero, desde luego, en prácticamente cualquier caso que se me ocurre, es mucho más fácil, viable, barato y sin consecuencias perniciosas el minimizar esa utilización: el consumir menos agua, el consumir menos energía, etc.

Meadows, Randers y Meadows trataron cómo la tecnología y el mercado estiran los límites del crecimiento (población, producción, etc.), pero no los eliminan.

-Surge un problema asociado a un límite (escasez de un recurso, concentración de un contaminante).

-El mercado hace que el precio de ese recurso escaso aumente o que las actividades que generan ese recurso se hagan también más caras (el mercado probablemente necesita una corrección para reflejar el coste de la contaminación).

-El aumento de los precios da lugar a respuestas. Hay un incentivo para buscar más reservas del recurso, fabricar o sintetizar más productos. Para sustituir los recursos escasos por otros más abundantes, renovables o reciclables. Para que los consumidores utilicen los productos que contienen ese recurso en menos cantidad o con más eficiencia. Para que los ingenieros capten o controlen la contaminación. Para que innoven en procesos de producción que no generen ese contaminante.

-Estas respuestas compiten en el mercado, que decide qué solución resuelve de manera más eficiente el problema.

-El problema está resuelto y a un coste que la sociedad está dispuesta a pagar.

El mercado y la tecnología funcionan conjuntamente. Para que aparezca la tecnología necesaria para resolver el problema, se habrán recibido las señales del mercado.

El informe del Club de Roma concluía que la tecnología y el mercado por sí solos consiguen aplazar, digamos, el desastre, pero no evitarlo. ¿Por qué?

-Si se elimina o eleva un límite, después aparecerá otro límite. Pocos límites son globales y en general son un problema de distintas partes del mundo en distinto orden. Pero estos límites sucesivos y múltiples se expandirían rápidamente.

-El límite definitivo es el tiempo. Con un tiempo ilimitado, la humanidad posee una capacidad casi ilimitada para resolver problemas. Pero el crecimiento exponencial acorta el tiempo disponible, de modo que mecanismos que con ritmos de cambio más lentos serían eficientes acaban también fallando.

-Los mercados y las tecnologías no son positivos per se. Si los objetivos de la sociedad son explotar la naturaleza desde una perspectiva cortoplacista, las tecnologías y los mercados funcionarán en sentido de acelerar el colapso.

-Los mecanismos de ajustes generan costes: recursos, energía, dinero, mano de obra y capital. Los costes aumentan bruscamente cuando estamos cerca de los límites, es decir, cuanto más urgente es la necesidad de realizar ese ajuste, tanto en lo que respecta a la necesidad de un recurso como a la necesidad de reducir las emisiones de un contaminante.

-La tecnología y los mercados operan mediante ciclos de realimentación con desfases y distorsiones de la información. No es una situación de efectos instantáneos. Los ciclos de realimentación entre tecnología y mercado pueden causar también extralimitación, fluctuación e inestabilidad.

Cabe preguntarse por la vigencia de estas tesis hoy, en 2014. En efecto, el coste y el desfase de la información son menores hoy y la distorsión, aunque inevitable en la práctica, es menor también. Pero, con todo, siempre se plantea y se investiga una solución técnica cuando el problema ha sido detectado, con cierto desfase.

Fachada fotovoltaica en Tarrasa. Fotografía: Chixoy.

El Estado financia proyectos de investigación relativos a energías renovables porque ya sabemos que el petróleo será demasiado caro dentro de no mucho tiempo. Google destina cientos de millones de dólares para abaratar la energía eólica y la energía solar, y Toyota insiste con sus vehículos híbridos. Google, de nuevo, ha hecho mucho por agilizar la transmisión de información para empresas y particulares (su actividad principal, al fin y al cabo). Administraciones públicas y empresas proponen soluciones técnicas con mayor celeridad que antes, y todo ello es magnífico. Pero esta realidad actual hace replantearse el modelo de Los límites del crecimiento cuantitativamente (minimizando el desfase), y no cualitativamente.

Necesitamos, pues, adelantarnos al mecanismo más o menos espontáneo del ciclo tecnología-mercado, y adoptar medidas con anticipación, mucho antes de que se produzca ese aumento de precio o coste. Pero reducir la producción bruscamente tiene un impacto negativo sobre la calidad de vida de la población. Por ello debemos valernos de la tecnología y los mercados: para establecer límites y modificar nuestro estilo de vida a un ritmo más paulatino, gracias al aplazamiento del desastre que la tecnología y el mercado permiten. Valernos de la tecnología y el mercado, sí. Bastarnos con la tecnología y el mercado, no.