Si los políticos de Europa, como parece, se atrincheran en su corrupción perversa y acentúan sus errores, el destino de Europa es ser insignificante y sometida, pero si rectifican y emprenden el camino de la libertad, la decencia y la recuperación de los grandes valores, situando al pueblo donde le corresponde en democracia, que es en el corazón del sistema, entonces quizás haya salvación.
Hay muchos dirigentes europeos con déficit de democracia y de valores. pero el español Pedro Sánchez es, sin duda, el campeón en suciedades, miserias, corrupciones, decadencia y antidemocracia. Sus alianzas con comunistas y partidos llenos de odio a España apestan a tiranía, se sostienen con la venta de España a trozos, la destrucción de la dignidad y grandes daños a la nación y al pueblo.
Muchos de los actos del sanchismo son pura traición a la nación española. Su asalto a la Justicia, sus violaciones de la Constitución, la nauseabunda corrupción que le rodea, con su familia y entorno imputados por los jueces, son la prueba palpable de su bajeza y de un comportamiento miserable que la Europa de la Úrsula von der Leyen debería erradicar en lugar de proteger, demostrándose así que Bruselas está igual de podrida que la España sanchista asesina de valores y méritos.
En lugar de condenar a Trump y a su vicepresidente por afear a Europa la pérdida de los grandes valores que la hicieron grande y que América compartía, los europeos deberían rectificar y construir una Europa nueva, basada en el poder del pueblo y de la democracia, no en las mafias de partidos atiborrados de corrupción, hipocresía, mentiras, odio a la libertad, represión de la libertad de expresión y privilegios inmerecidos para una clase política podrida hasta el tuétano.
Europa tiene cuatro prioridades absolutas: necesita frenar la inmigración ilegal y deportar a los canallas que han llegado, un Ejército propio, una política exterior común y una clase política nueva y diferente, capaz de priorizar la recuperación de los grandes valores asesinados sobre todo lo demás.
Con los valores recuperados, sin enemigos en sus entrañas y gobernada por políticos dignos y decentes, Europa volverá a ser fuerte, a irradiar libertad y decencia y a dotarse de una coraza de dignidad que impedirá que tipos como Pedro Sánchez puedan acercarse al poder.
Francisco Rubiales