Llevo ya varias entradas apoyando la huelga del 29 de septiembre. Motivos hay y muchos. Tenemos como para llenar un grueso libro con nuestros argumentos.
Necesitamos presionar, sin ninguna duda.
Y es que, siempre a mi juicio, nos hemos dado una sociedad en que la única forma de conseguir unos concretos resultados es a través de la presión y si ésta es colectiva, importante y voluminosa, mejor que mejor.
Se podría haber resuelto el conflicto en la mesa de negociación entre sindicatos, patronal y gobierno. Tuvieron dos años para conseguirlo. Esto no ocurrió. Cada uno de los actores debiera y debería asumir su parte de responsabilidad, no les parece?
Mientras, al ciudadano de a pie le queda la pataleta, la presión, la manifiestación, la huelga.
Vemos, además, como ésta, la presión, siempre consigue sus frutos.
Que la lideresa hace o dice (por cierto, tal y como le es habitual a ella misma y mismamente) una estupidez: ante la presión, modifica, rectifica o se desdice lo que haya menester.
Que itentan asesinar a la iraní Sakhine, la movilización internacional consigue conmutar su condena.
Que los ayuntamientos están en desacuerdo con la prohibición de endeudarse anunciada por el Gobierno el pasado mes de mayo, presionan, chillan y protestan... Como resultado ya vamos por la segunda suavización del ajuste del gasto.
Que los ciudadanos franceses ocupan las calles, el presidente Sarkozy da un paso atrás. Hoy mismo lo ha hecho.
¿Por qué si esto es así, algunos medios, mediáticos, políticos, sociales y demás, se echan las manos a la cabeza cuando los ciudadanos deciden ocupar las calles y ejercer su derecho a la presión, aquí llamada huelga?
Ejercemos nuestro derecho a la huelga porque nos es lícito.
Ejercemos nuestro derecho a la huelga porque podemos y nos da la gana.
Ejercemos nuestro derecho a la huelga porque luchamos por un futuro mejor, para nosotros y para las próximas generaciones.
Si pueden, les rogaría que leyeran este artículo que expresa qué es lo que va a pasar si se continua con esta política del gobierno, basada en el recorte social. Muy interesante.
A la calle, pués!