Repito que ojalá yo esté equivocado. Algunos que hoy acompaño en la disidencia, y amigos míos, es decir, personas a quienes respeto, perciben que es positivo el restablecimiento de las conversaciones diplomáticas entre los gobiernos de Cuba y de los Estados Unidos. No poseo ningún reparo en admitir, llegado el momento, que estaba equivocado en caso de que realmente comiencen a respetarse los derechos ciudadanos que nos pertenecen por derecho propio y que jamás debimos exigir para que nos fueran concedidos. Sin embargo, aunque lo que más anhelo es que la confrontación culmine, habita en mí una fuerte desconfianza.
A pesar de encontrarme ahorita preso por dos años, nunca he pedido mi liberación porque no es precisamente esa libertad la que persigo, sino la totalidad de los derechos de cada ciudadano. Mi búsqueda de una convincente democracia se basa en la libertad para mi país y el cese de la dictadura y de la dinastía de la familia Castro. Percibo que los Castro no están dispuestos a dejar el poder, todo lo contrario, son especialistas en camuflarse, en ganar tiempo, dinero y credibilidad, lo que ha sido su apuesta por más de medio siglo.
Ahora intentan engañar a Obama, haciéndole creer que están dispuestos a permitir los derechos que la Organización de las Naciones Unidas consagra en su Carta Magna. Repito, ojalá me equivoque, pero quizás Obama sea el partero de una réplica en el Caribe de lo que hay en China o Vietnam, como él mismo pronunció en el discurso de anuncio de intercambio de espías y el comienzo de las conversaciones diplomáticas. Eso sería la perpetuidad de los comunistas en la isla y el adiós de los sueños libertarios para los cubanos. Dios quiera que yo sea el equivocado.
Ángel Santiesteban-Prats
Prisión Unidad de Guardafronteras. La Habana. Enero de 2015.