Negocios de familia: Andrea Grobocopatel cuenta las claves del éxito

Por Juan Carlos Valda @grandespymes
Una célebre frase dice que los negocios familiares pueden terminar con la familia, con el negocio, o lo que es peor, con ambas cosas. En el mundo, más del 70% de las empresas comienza como un emprendimiento entre integrantes de un mismo clan. De ellas. entre un 60 o 70% trasciende a una segunda generación, mientras que apenas el 12% llega a una tercera.   Andrea Grobocopatel sabe mucho del tema. Su apellido no solo es sinónimo de soja, sino además de empresa familiar exitosa. Esta economista, accionista y fundadora de ‘Los Grobo’ -una de las mayores firmas agroindustriales de la Argentina-, sabe que son mayoría los que naufragan en el intento por levantar un emprendimiento apoyado en lazos de sangre.   “Yo creo que hacer negocios con la familia tiene muchos beneficios si uno sabe anticiparse a los problemas”, asegura dejando de lado los fantasmas, aunque reconoce que “la complejidad aumenta a medida que aumenta la familia y la empresa”.   En diálogo con Cronista.com. Grobocopatel aconseja no cerrar la empresa familiar solo a sus integrantes, sino oxigenarla con el ingreso de directores independientes que “ayudan no solo a profesionalizar” la tarea, sino también “traen una visión más objetiva y obligan a repensar la gestión de otra manera”.   “En un momento la empresa necesitar crecer y para eso hay que delegar en otros capaces de hacer las cosas aún mejor que el propio fundador. Eso conlleva un fuerte trabajo a nivel de la dirección, separando la responsabilidad propia de ser dueño de la gestión del día a día del negocio”, señala.   En contrapartida, reconoce que el valor agregado con el que cuentan este tipo de emprendimientos son “el orgullo y el compromiso”. “Las familias en la empresa hacen que sea una prioridad transmitir el conocimiento, la experiencia y habilidades a las generaciones siguientes”, asegura.   En su caso particular, Grobocopatel considera que sus padres fueron también padres del éxito de ‘Los Grobo’. “El rol de mis papás fue fundamental. Mi padre nos permitió desde muy jovencitos hacernos cargo de áreas muy importantes en la empresa. Yo con 21 años era responsable de la administración y tesorería. Y creo fui la única persona en el área en los primeros cinco años”, rememora.   Dentro de los clanes destaca además el rol que desempeñan las mujeres. “Específicamente en las empresas familiares la mujer juega un rol conciliador; algo que en general los hombres no hablan ellas sí lo hacen. Aparte, la mujer delega más”, asegura. “Mi madre era la que nos obligaba a reunirnos, a comunicarnos, a decirnos entre nosotros todo, no guardarnos nada, pelearnos pero aclarando siempre las cosas y llegando finalmente a consensos”, evoca.   Los que llegan de afuera   Paradójicamente, Andrea Grobocopatel sostiene que lo más hace crecer a la empresa familiar es la llegada de ‘los otros’, de aquellos colaboradores que no forman parte de la misma. “Profesionalizar la gestión es esencial. Un emprendimiento puede evolucionar naturalmente en una primera etapa, sostenido por el empuje de su fundador y el grupo que lo acompaña, pero llegado un punto eso es insuficiente”, advierte.   Esta economista habla también de aprender a delegar, aunque reconoce que correrse del día a día “produce miedo”, por lo que aconseja trabajar en el liderazgo. En su vida personal, Andrea Grobocopatel predica con el ejemplo y delega en su grupo de confianza para poder cumplir con todos sus roles. El de madre de sus cuatro hijos es el que más la preocupa, pero no por ello desatiende el resto.   “De cada rol uno aprende y lo aplica en otros por lo que se enriquecen”, asegura, y admite que a veces se encuentra “en reuniones de trabajo poniendo ejemplos de mis hijos” o en su casa “fijando objetivos”.   Franca, sostiene que lograr el equilibrio entre familia y trabajo “casi nunca se logra”, pese a que aconseja “organizarse bien, ser creativos, innovadores y sobre todo muy flexibles”.

“Otro consejo que les podría dar es que es importante saber elegir las personas que nos acompañan en la vida y en la empresa. Pienso en mi marido, en la señora que me ayuda en casa, en los colaboradores que tengo en la empresa. Creo que es clave saber elegir, buscar gente diversa, con miradas que te ayuden a pensar, repensar y crecer”, apunta. 

Autora :  Andrea Rivas -  Buenos Airesarivas@cronista.com

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