Negocios en el jardín de infantes: el BBVA con Boca y River

Publicado el 14 enero 2012 por Marianofusco

La semana pasada nos referimos en esta columna al particular modo en que se condujeron las negociaciones entre Estudiantes, de La Plata y las marcas Adidas y Topper. Destacamos en aquella oportunidad que los responsables de Estudiantes se encapricharon con Adidas y, con tal de llevar las tres tiras, no dudaron en incumplir el acuerdo previo con Topper y hasta habrían resignado un contrato con mejores condiciones económicas para el club.

Sin embargo, los negocios del fútbol argentino siempre tienen una sorpresa más para ofrecer.  Y, en este caso, las sumas de dinero puestas en juego son mucho mayores y las partes involucradas de primerísima línea.  Nada menos que los dos clubes más populares del país -Boca Juniors y River Plate, desde luego- y el BBVA Francés.

Desde hacía varios meses se sabía que el poderoso banco español buscaba hacer una inversión importante como patrocinador del fútbol argentino.  Sabido es que el Banco Santander, su gran competidor de la banca española, logró una importante revalorización de su imagen institucional con varios patrocinios deportivos de nivel internacional: los equipos McLaren y Ferrari en la Fórmula 1 para los mercados europeo y asiático y la Copa Santander Libertadores en la apetecible región latinoamericana fueron dos de sus principales iniciativas.  El BBVA procuró no quedarse atrás, y así es que actualmente la máxima categoría del fútbol español se llama Liga BBVA, mientras que la segunda se llama Liga Adelante.

De todas maneras, el BBVA necesitaba también entrar en Latinoamérica, y así fue que optó por empezar a negociar su ingreso al mercado del fútbol argentino.  Algo perfectamente entendible si consideramos que, pese a todo, el campeonato local continúa despertando mucho interés en el continente.  Además, la filial local del BBVA -el Banco Francés- es uno de los líderes del sector financiero privado en Argentina.

La apuesta del BBVA Francés fue ambiciosa: descartado el auspicio a los politizados torneos oficiales de la AFA, la primera opción era aparecer como sponsor principal en el pecho de las camisetas de River y Boca.  Por el lado del club de la Ribera, el momento era ideal para intentar un acuerdo como éste.  Más allá de la ajetreada campaña política que finalizó con la elección de un presidente de la oposición, podría decirse que -salvo que más adelante surja alguna sorpresa desagradable- la situación económica de Boca se encuentra estabilizada dentro de parámeteros razonables.  Además, la relación con el último main sponsor de Boca, la marca de artículos electrónicos LG, fue más conflictiva de lo esperado por los motivos que todos conocen.

Pero por el lado de River la situación dista de ser la ideal.  El descenso a la B Nacional sólo puede entenderse como la consecuencia natural de una insólita y acelerada descomposición institucional.  En medio de un panorama semejante, estaba claro que al BBVA no le resultaría para nada sencillo llegar al deseado acuerdo global con los dos clubes.  Y todavía habría que mencionar una cuestión para nada menor: River tiene vigente un acuerdo de patrocinio con la brasileña Petrobras hasta el 30 de junio de este año.

Así y todo, luego de varios meses de intensas negociaciones, todo parecía haberse encaminado.  El primer anuncio formal lo hizo Boca, y era perfectamente entendible porque su contrato con LG finalizaba el 31 de diciembre de 2011.  Ya en la convocatoria a la prensa para la presentación formal del acuerdo el sábado 7 de enero a la mañana los directivos de Boca caracterizaron al contrato con el BBVA como “el más importante firmado por un club argentino”.  Y así fue que los nenes empezaron a competir.

La reacción riverplatense fue incomprensible.  Más allá de lo anómalo de su situación deportiva, cuesta entender esa desesperación de su dirigencia por mantener a toda costa una imagen pública que no lo muestre rezagado respecto a su rival de toda  la vida.  Y esa desesperación los llevó a cometer toda clase de desprolijidades que difícilmente puedan resultarles favorables al club.

Por empezar, los dirigentes de River decidieron presentar también ellos su acuerdo con el club.  Para más datos, el mismo día que Boca, pero a la tarde.  ¿Que al club todavía le quedan seis meses de contrato con su actual sponsor?  ¿Que en Adidas se deben estar preguntando qué harán con todas las camisetas con el logo de Petrobras que no se venderán de aquí hasta junio, ya que ahora todos tienen l acerteza de que cambiará el sponsor? ¿Que Petrobras podría acusar judicialmente a River por su proceder?  Nada de eso parece importar.  Lo importante es no parecer menos que Boca.

Así las cosas, en la semana previa a la presentación del acuerdo de ambos clubes con el BBVA, empezaron los trascendidos.  El clásico cruce de rumores, desinformación y operaciones que tanto le gusta practicar al medio.  Si bien nunca se llegó a confirmar el monto de los contratos con el BBVA, por el lado de Boca se insistió con que el suyo era “el más importante”, dando a entender que cobraría más dinero que River.   La reacción de los dirigentes millonarios fue nuevamente desproporcionada: el 2 de enero sacaron un comunicado oficial en el que se revelaba la siguiente cláusula en su contrato con el BBVA: “LA EMPRESA declara que ha celebrado un contrato de iguales condiciones económicas que el presente con el Club Atlético Boca Juniors. La igualdad económica declarada por LA EMPRESA es una condición esencial para la suscripción del presente contrato por parte de EL CLUB.”  Imposible ser más desprolijo.  E infantil.

Pero habría más.  A todos los que hicimos la cobertura periodística de las dos presentaciones con el BBVA -a la mañana en la Bombonera, a la tarde en el Museo de River- nos resultó gracioso ver cómo los responsables del banco tuvieron que organizar dos eventos idénticos, con la misma cartelería, el mismo personal, las mismas carpetas de prensa, el mismo catering y los mismos discursos.  Todo igual, excepto por los escuditos de los clubes, claro.

Daba un poco de pena observar a los directivos del banco.  Luego de los discursos de rigor, en cuanto debieron contestar las consultas periodísticas se vieron obligados a hacer verdaderos malabarismos verbales.  Sus sonrisas nerviosas y la mirada esquiva los delataban.  Por algún motivo misterioso que sólo los mayas deben conocer, de pronunciarse la palabra “River” en la cancha de Boca, o de mencionarse a “Boca” en las instalaciones de River, el mundo sucumbiría en un aquelarre de sangre y destrucción.

De todos modos, fue notorio el contraste en el clima de ambos eventos.  En Boca estuvieron presentes cuatro pesos pesados del plantel: Rolando Schiavi, Agustín Orión, Clemente Rodríguez y Juan Román Riquelme.  Por lo cual, ya que con el BBVA no había conflicto alguno, el morbo estaba en observar cómo se tratarían Riquelme y el presidente Angelici.  El 10 de Boca no tuvo mayores problemas en sacarse la foto al lado del presidente (si hasta se lo tomó con humor ante la cara muy seria de Angelici), e inmediatamente se perdió por los pasillos del estadio.

En River, en cambio, pese a la buena onda de Fernando Cavenaghi y Alejandro Domínguez,  flotaba en el aire una sensación de incomodidad.  Ausente del país Daniel Passarella, los directivos presentes fueron el vicepresidente Diego Turnes y el director de Marketing Norberto Cao.  Por sus caras, parecía que estaban a punto de desembarcar en la Normandía.

El momento más incómodo para todos los presentes fue cuando tomó la palabra Norberto Cao. No nos olvidemos de que este señor es el director de Marketing de River.  Pues bien, lo que hizo  -sin que se le moviera un músculo de la cara- fue declararse apesadumbrado por no poder firmar un contrato con el BBVA por más dinero que el de Boca (sin nombrarlo, desde ya).  La gente del banco no lo podía creer, no sabían qué cara poner.  En el mismísimo instante en que anunciaban un contrato por el doble que el del sponsor aún vigente (¡con otros seis meses de validez!), un contrato perfectamente a la par del otro más importante del país, ¡este buen señor les reclamaba más dinero, públicamente y en la cara!

En fin, más allá de reclamos, operaciones de prensa y berrinches, lo que queda claro es que ambos clubes cobrarán exactamente lo mismo: tres millones y medio de dólares por temporada.  Boca lucirá el logo del BBVA ya en el primer partido de verano, mientras que River tendrá a su nuevo sponsor junto con un nuevo modelo de camiseta Adidas recién a partir del 1 de julio.  Para entonces, lo mejor sería que el Millonario ya haya regresado a Primera, como corresponde.  De lo contrario, sería muy difícil saber qué otras barbaridades serían capaces de perpetrar sus dirigentes.

Eugenio Palopoli / Editor de arteysport.com