Nell Leyshon.El show de Gary.Traducción de Inga Pellisa.Sexto Piso. Madrid, 2016.
Con un tono muy distinto al de su anterior novela, Del color de la leche, Nell Leyshon publica en Sexto Piso El show de Gary, con traducción de Inga Pellisa.
Es un tono coloquial, directo y adecuado a la personalidad del protagonista-narrador -un carterista que cuenta su trayectoria vital- y un planteamiento que entronca con la novela picaresca, no sólo por la condición de antihéroe del narrador que cuenta su vida, sus hazañas y su proceso de degeneración y regeneración personal, sino también por las alusiones al mal ejemplo determinante de los padres, un delincuente que –como el ciego a Lázaro- le maltrata y le adiestra en robos y asaltos nocturnos a cajas fuertes, y una madre alcohólica y adicta a la televisión.
Y, como el pícaro del Siglo de Oro español, el protagonista provoca en el lector sentimientos encontrados de rechazo y de compasión. Porque estas son las memorias de un antihéroe contemporáneo, desvalido en el fondo, marcado por esa herencia familiar negativa y por la mala influencia del ambiente social.
Un personaje –y ese es el mérito fundamental de la novela- que se hace creíble cuando levanta su imagen con la fuerza de su estilo directo cuando se dirige al lector -“prefiero no empezar por el principio porque llevaría mucho tiempo conocerme. Vayamos con una escena de los años chungos, así podrás hacerte una idea de cómo fui en otros tiempos”- o cuando habla con sus colegas en unos diálogos de enorme vivacidad.
Se construye y se reconstruye así, desde el interior de su propio lenguaje vivo y fluido, un protagonista complejo, con una bipolaridad moral que le hace admirable y despreciable, simpático y criminal, bueno y malo, noble y camorrista, maleante y víctima social. Un hombre sentimental y desgraciado que está tan orgulloso de su actividad delincuente que la considera casi una disciplina artística. De ahí ese carácter casi exhibicionista con el que cuenta su historia, lo que justifica el título que se ha elegido para la traducción española.
Con un juego constante entre el pasado y el presente, la historia empieza en 1988 en un pub de Candem, al norte de Londres, muchos años antes del presente del narrador, que ya es otro: ha cambiado, ahora es un camionero que vive en lo alto de un acantilado en la costa de Inglaterra. Y aunque sea el bajo de un bloque de pisos, ese lugar es un símbolo irónico de su ascensión social. De esa cumbre de toda buena fortuna desde la que escribía también Lázaro su vergonzante confesión de cornudo en Toledo.
Santos Domínguez