Esta entrada forma parte de la serie dedicada a la biografía de Mandela. El resto de entradas pueden encontrarse aquí:II.- III.-También puede escucharse en
I.- Años de infancia y toma de conciencia formato podcast, aquí.
Nelson Mandela, la llegada a Johannesburgo.
La instauración del Apartheid.
Mandela y De Klerk mantuvieron algunas reuniones, acercaron posturas, expusieron sus exigencias. Y el día 2 de febrero de 1990, De Klerk hizo algo inesperado. En un discurso en el Parlamento anunció, sin miramientos, sin exigencias, la liberación de Nelson Mandela-que para la mayor parte de los blancos era ni más ni menos que un peligroso terrorista, pues eso era lo que durante dos décadas les habían contado- y el inicio del desmantelamiento del Apartheid.
Aquel día, De Klerk levantó la prohibición que pesaba sobre los partidos políticos, anunció la liberación de la mayor parte de los prisioneros políticos, hizo un llamamiento para la creación de una nueva Constitución y dio a entender que el futuro de Sudáfrica era la creación de un estado democrático que seguiría el modelo de "una persona, un voto".
Y ante este miedo es donde surgió como salvador la figura de Mandela. Un hombre que fue capaz de darse cuenta de que, incluso antes que solucionar los miles de problemas que asediaban a sus compañeros, amigos y familiares, a todos los negros de Sudáfrica, tenía que calmar el miedo de los blancos y apaciguar el ánimo revanchista de los negros. Porque sólo así evitaría una guerra civil.
Y así, el 11 de febrero de 1990, Nelson Mandela se convertía por fin en un hombre libre, después de nada menos que 27 años de cárcel. Os podéis imaginar, el país enloqueció, miles, cientos de miles de personas lo esperaban a la salida del lugar donde estaba retenido, el coche en el que iba no avanzaba, no se podía mover, la multitud no paraba de crecer, tanto que el propio Mandela sintió miedo, miedo de que ocurriera alguna desgracia y se estropease el día.
Sin embargo, no sucedió nada y Mandela pudo tomar el avión que lo llevó a Johannesburgo donde, de nuevo, la multitud le esperaba en el estado Soweto. Otra vez miles de personas, enardecidas, ocupando cada centímetro de tierra del estadio, en las gradas, en las farolas, en los techos, sobre los coches... todo el mundo quería ver al héroe y cuando subió al estrado fue la apoteosis. Fue un discurso corto, emotivo y sencillo que resonó por todo Soweto.
No fue hasta abril que Mandela pudo volver a su hogar natal, a Qunu, y ver por fin el lugar donde su madre había sido enterrada. Aquel sepelio al que no le habían dejado asistir y que tanto le pesaba en el corazón.
Luego vinieron los viajes internacionales, los premios y los reconocimientos, porque los mandatarios de todo el mundo querían hacerse la foto con él, saludarle, hablarle... También España, donde le dimos Premio Príncipe de Asturias.
En diciembre de 1990 el gran Oliver Tambo vuelve del exilio, después de más de tres décadas fuera de su país. Es oto momento importante, que ayuda además a mantener la unión en el ANC, ya que son muchos quienes critican a Mandela por "hablar tanto con los blancos, por pasar más tiempo con De Klerk que con su pueblo". Pero a pesar de ello, en julio de 1991 es elegido presidente del ANC sin oposición y con Ciryl Ramaphosa como Secretario General del partido.
Parece que el proceso político va viento en popa, pero no pasa lo mismo en la vida personal de Mandela. Las cosas ya hace mucho que no funcionaban del todo entre él y Winni y el día 13 de abril de 1992 anuncian su separación, lo que supuso un golpe muy duro para Mandela.
En 1994, por fin, tuvieron lugar las primeras elecciones libres de Sudáfrica, en las que Mandela sería elegido presidente del Gobierno. Comenzaba entonces una época, la del 'país del arcoiris', como le llamaron, el país que había sido capaz de superar sus diferencias y reconciliarse en busca de un futuro común. Un país al que todavía le quedaban muchos baches que superar pero que abrazaba la democracia y se abría a una nueva era.
Desde entonces, Mandela sería el protagonista indiscutible durante un mandato en el que se multiplicaron los actos de reconciliación y paz. En 1999, con 81 años, una nueva Constitución para Sudáfrica y mucho vivido a sus espaldas, decidió retirarse de la vida política. Desde entonces, ha trabajado en otros ámbitos, más tranquilos, por el futuro de su país hasta que los problemas de salud le apartaron completamente de la vida pública. Sin embargo, su figura es cada día más reconocida, su imagen está presente en todas las televisiones del mundo y los periódicos informan al instante de su estado de salud. Su nombre se ha convertido en un referente mundial y su personalidad se estudia por los escolares sudafricanos. Es la revancha histórica del hombre que durante 27 no pudo salir ni una sola vez de la cárcel, ni siquiera para el entierro de su madre, y cuya imagen y palabras estuvieron prohibidas durante tres décadas.