El franquismo envuelve España con fuerza creciente gracias a los nuevos franquistas, comunicadores y políticos que denuncian a quienes no coinciden ideológicamente con ellos como herederos del dictador, muerto este 20 de noviembre de hace cuarenta años.
Los nuevos franquistas son los antifranquistas. Igual que hay dos clases de fascistas, como descubrió sutilmente Oriana Fallaci, los fascistas y los antifascistas.
Los nuevos franquistas se repiten en medios como las cadenas televisión privadas, propiedad, una, del grupo Planeta, heredero de José Manuel Lara (1914-2003), exlegionario y franquista fundador de esa editorial, y otra, de Mediaset, creada por la ONCE, organismo fundado por Franco para socorrer a los ciegos.
Sus programas de debate o entretenimiento recuerdan más insistentemente al dictador que cualquier NO-DO de sus años triunfales.
Si alguien que usa calcetines un ejército progresí encabezado por Wyoming, Ferreras y similares, seguido por los podemistas, grita: ¡Franquista, eres un franquista, que Franco usaba también calcetines!
El fenómeno del neofranquismo comenzó en 2004, cuando Rodríguez Zapatero montó su historia familiar basada en uno de sus abuelos, el capitán Lozano, fusilado por orden de Franco en plena guerra civil, pero ocultando que su otro abuelo era un médico afín al régimen.
La Transición y la amnistía a las Dos Españas habían arrinconado el recuerdo del dictador poco a poco hasta el intento de Golpe de Estado de Tejero de 1981, que, neutralizado, aceleró aún más el olvido.
Pasados 22 años desde Tejero la memoria franquista sólo aparecía en los libros hasta que llegó Zapatero evocando al abuelo y declarándose “rojo”, cuando descendía también de los ganadores “azules”: era amasijo de las Dos Españas.
Este recuerdo del franquismo es cansino y agotador. A los neofranquistas deberíamos exigirles que contesten honradamente a una o dos preguntas: ¿En qué bando estaban sus antepasados maternos y paternos?, ¿usaban calcetines, como Franco?
España está poblada de Zapateros, gente de mezclada a la que cuando vuelva con Franco deberemos recordarle su familia y su pertenencia al pesadísimo género del neofranquismo.
Esto podemos escribirlo quienes hemos tenido abuelos y bisabuelos antifranquistas, uno de ellos fundador de la UGT y el PSOE en Galcia, y un padre a punto de cumplir los cien años que nunca inculcó a sus hijos odio hacia los curas y los militares franquistas que lo tuvieron dos veces ante pelotones de fusilamiento por disidente.
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SALAS