1) Se permite a Irán seguir operando 5.060 centrifugadoras de uranio enriquecido por espacio de diez años. Los expertos coinciden en que es suficiente para alimentar una bomba nuclear cada año. Antes de que la Administración Obama empezara a hablar con Irán, las resoluciones de Naciones Unidas prohibían a Teherán que enriqueciera uranio. Punto.
2) Se permite a Irán conservar su planta subterránea de enriquecimiento de Fordow. La Administración Obama dice que se transformará en un “centro de investigación nuclear, física y tecnológica” que no enriquecerá uranio en 15 años. Pero, como el propio Obama decía antes, “sabemos que [los iraníes] no necesitan unas instalaciones subterráneas y blindadas como las de Fordow para desarrollar un programa pacífico”.
3) El acuerdo nuclear no será permanente sino limitado en el tiempo. John Kerry ha asegurado al pueblo americano que el acuerdo no incluiría ocasos, pero eso son precisamente los límites temporales recogidos, de 10 y 15 años. La prolongación del acuerdo dependerá de los iraníes.
4) De acuerdo con el ministro iraní de Exteriores, Javad Zarif, las sanciones europeas y norteamericanas contra Irán serán levantadas cuando entre en vigor el acuerdo, no en función de que Teherán lo cumpla o no. Si esto es cierto, se trata de una peligrosa rendición: ¿qué incentivos tendrá Irán para cumplir lo acordado? Si, en cambio, Zarif miente, eso nos dará una idea de con quién hemos alcanzado un acuerdo.
5) El acuerdo marco incluye sólo vaguedades sobre la responsabilidad de Irán de rendir cuentas sobre las posibles dimensiones militares de su programa nuclear a día de hoy. Esto es importante porque sin una base de entendimiento sobre los esfuerzos iraníes para desarrollar armamento nuclear, EEUU no puede confirmar si ha habido progreso alguno en este ámbito.