Netanyahu.

Publicado el 25 octubre 2015 por Torrens

Siempre he pensado que la mayoría de judíos son gente inteligente, pero esta semana ha quedado demostrado que el Primer Ministro de Israel Netanyahu no forma parte de esa mayoría.

Para mi es incomprensible que se haya inventado la estupidez que el Gran Mufti de Jerusalén Al-Husseini convenció a Hitler para eliminar a los judíos en vez de expulsarlos, sobre todo porque esta mentira ha servido para que los periodistas defensores del Islam radical se hayan inventado a su vez grandes bondades de uno de los personajes más siniestros de la II Guerra mundial.

Aunque él no los había fundado, desde su aparición en 1920 Al-Husseini fue el gran impulsor de los Hermanos Musulmanes, que bajo su liderazgo, y junto con otros grupos islamistas radicales, no solo apoyaron, sino que fueron aliados muy leales de los nazis desde varios años antes de que estallase la guerra, durante la que actuaron como quinta columna, efectuando sabotajes y ataques en  guerrillas en los territorios ocupados por los Aliados en Oriente Medio y el Norte de Africa. Al-Husseini llegó al extremo de levantar un campo de exterminio al estilo nazi en Túnez donde fueron asesinados miles de judíos y también cristianos y para ello se entrevistó varias veces con Himmler y Eichman que le asesoraron en la manera más eficaz de liquidar no musulmanes. Afortunadamente el campo de exterminio solo estuvo funcionando hasta que los nazis perdieron la guerra en el norte de Africa en 1943. Los progres que tanto se manifiestan contra los grupos nazis como a favor de organizaciones del Islam radical se lo tendrían que hacer mirar.

Al final de la guerra Al-Husseini estaba en la lista inicial de personajes a ser juzgados en Núremberg pero los franceses lo eliminaron de la lista aparentemente a causa de un acuerdo para que los Hermanos Musulmanes no causasen problemas en las colonias francesas del norte de Africa. Le dieron asilo en Francia y finalmente se trasladó al Líbano bajo protección francesa donde murió en la cama a mediados de los sesenta. Cuando a finales de los setenta empecé a pasearme por Beirut los cristianos del Líbano, que entonces eran mayoría, todavía llevaban un inmenso cabreo por haber sido el refugio de un asesino de judíos y cristianos. En fin, un angelito.