Título en portugués : Terras baixas
Traducción : Cássio de Arantes Leite
Año de publicación : 2008
Editorial : Alfaguara, 2009
Si alguna vez fuiste, o todavía eres un inmigrante, esta novela tendrá un saborcito especial. En esta obra estamos ante los recuerdos de Hans van de Broek, un ejecutivo holandés quien se muda junto a su familia de Londres a New York, a finales del siglo pasado, pero ante el regreso de su esposa e hijo a la capital británica -motivada por el temor ante el atentado del 11/09 y las noticias sobre la violencia en esa ciudad-, y la consecuente lejanía y separación que esto trae, evita caer en depresión –sin proponérselo- ayudándose de la amistad con Chuck Ramkissoon, trinitario, con quien comparte la pasión por el cricket.
Son como dos historias en una: por un lado la relación de Hans con Rachel que va deteriorándose de a pocos, y la amistad y compañerismo que va desarrollando con Chuck y otros inmigrantes tan dispares que él le va presentando, y de otros, igual de dispares, del edificio donde reside: New York, como cualquier metrópoli, debe ofrecer un resumen de culturas del mundo en una sola ciudad, a veces en un mismo barrio.
El libro prácticamente inicia cuando Hans es notificado por una reportera del New York Times anunciándole que encontraron el cadáver de Chuck esposado, debajo de un puente, y es ahí que Hans comienza a recordar de cómo lo conoció, y cómo encontró en gente tan diferente a él, otros inmigrantes, el mismo gusto que él sentía por el cricket. Es este deporte el lazo que los va uniendo, y del cual conoceremos hasta el más mínimo detalle, cada jugada, cada expresión, cada jerga, respetada en la presente traducción, con notas explicativas al final de cada página.
Chuck es un personaje enigmático, habla hasta por los codos, y se mete en todos los negocios que pueda, muchos de ellos oscuros, aunque Hans no lo perciba. Es tan amiguero que se gana rápidamente la confianza del holandés, sobre todo cuando le confiesa su sueño: construir el primer estadio de cricket de Estados Unidos en New York, donde se juegue el mundial de ese deporte.
El cricket, deporte por el cual reconozco tener nulo interés, pero que, en las descripciones que el personaje hace por esta modalidad se llega a percibir fácilmente esa vehemencia, encontrada en aquellos fanáticos hacia cualquier deporte, que tornan interesante los muchos conceptos vertidos, aunque como repito, ese deporte no me interese en lo absoluto, reconozco en los comentarios plasmados ser dignos de conocedores, y, por ser algo nuevo, mi atención no se pierde. Al ser éste un deporte poco popular, al menos en mi país, y al tener este tema en muchas de las páginas del libro, la historia corre el riesgo de ser tomada por aburrida, cosa que no ocurrió en ningún trecho, y el motivo quizá sea en la elegancia de la escrita –y en la traducción que Cássio nos ofrece, esto es también una particularidad- de la que O’Neill hace gala, pero hay momentos en que te preguntas, ¿es una novela sobre cricket? ¿Es necesario tanta información sobre esta disciplina? No, la trama principal no es acerca de ese deporte, y bueno, O’Neill quería dejar claro cuan fanáticos por el cricket son sus personajes en esa parte de la trama: aquellos parias, de lugares tan lejanos y hasta exóticos –exóticos, como somos considerados los latinos para un japonés allá en su isla-: inmigrantes de Sri Lanka, Paquistán, India, entre otros, antiguas colonias inglesas, motivo por el cual desarrollaron el gusto por ese deporte.
En la trama sobre la relación con Rachel encontramos el tedio de aquellas parejas que cayeron en la rutina; el descubrir en ellos un amor diferente por aquel bebé que conciben, Jake; el no saber los gustos del otro a pesar de tener varios años juntos; el tener todo y no tener nada (¡Qué frase tan trillada! Eso me pasa por leer a Bambarén): él, un alto ejecutivo en New York inmerso en la puta soledad; los celos que él desarrolla ante un pretendiente de su mujer, y la relación de éste con Jake; pero lo mejor en esta relación marital está en las conversaciones sobre la violencia en New York, la invasión a Irak, y el gobierno Bush: los conceptos antagónicos entre ambos sobre esos temas; O’Neill injiere en sus personajes los conceptos que muchos en el mundo todo tenemos acerca del nefasto mandato Bush, tocando indirectamente el atentado del 11/09; estas discusiones son frecuentes entre ambos en la trama.
Obra vencedora del PEN/Faulkner Award del 2009, siendo también uno de los invitados a la Festa Literária de Paraty (FLIP), -la enorme Feria del Libro de Rio de Janeiro- en el mismo año.
Entre los muchos críticos que no se ahorran elogios para O’Neill y Netherland, llamó la atención uno en especial quien eclipsó al resto: el presidente estadounidense Barack Obama comentó que leía la obra en los pequeños intervalos que tenía, tildándola de “fascinante y maravillosa”; el primer adjetivo me parece un exagero, estoy más cerca de concordar con el segundo, por darse maña de plasmar, en dos historias tan diferentes aunque relacionadas, temas como amistad, amor, compromiso, pasión, y por tocar un tema aparentemente soso –el cricket-, mostrándolo interesante y encajándolo tan bien en la historia. Admirable.