Neville Chamberlain

Por Liber

Neville Chamberlain, hijo de Joseph Chamberlain y hermano de Austin Chamberlain, nació en 1869. Tras pasar por la Rugby School, estuvo siete años gestionando la plantación de su padre en las Bahamas. Chamberlain regresó a Inglaterra en 1897, donde se aventuró en un negocio de cobre y latón.

Estuvo involucrado en política local y en 1915 resultó elegido alcalde de la ciudad de Birmingham. En las elecciones de 1918, Chamberlain resultó elegido como diputado conservador por Ladywood. Entre 1923 y 1924 fue Director General de Correos. En 1924 cambió de cartera y se convirtió en el ministro de Sanidad hasta 1929. En junio de 1930, se convierte en el líder del Partido Conservador ( Tory).

El 28 de octubre de 1931 se celebran elecciones generales y Ramsay MacDonald lidera una alianza antilaborista formada por conservadores y liberales. Gracias a ella, se produjo un descalabro en el Partido Laborista, que obtuvo solo 46 parlamentarios. MacDonald decidió entonces nombrar a Chamberlain canciller del Exchequer (lo que equivale a ministro de Hacienda).

En 1936, el gobierno conservador británico temía la propagación del comunismo desde la Unión Soviética al resto de naciones europeas. Stanley Baldwin, el primer ministro británico, compartía esta inquietud y demostró una cierta simpatía ante el levantamiento militar en España contra el gobierno republicano del Frente Popular.

Leon Blum, el primer ministro del gobierno del Frente Popular en Francia, en un principio había acordado enviar aviones y artillería para ayudar al Ejército de la II República en España. Sin embargo, tras las presiones de Baldwin y de los miembros del ala más a la derecha de su propio gobierno, terminó cambiando de opinión.

En última instancia, tanto Baldwin como Blum pidieron a todos los países europeos que no interviniesen en la Guerra Civil Española. Se elaboró entonces un Pacto de No Intervención que terminaría siendo firmado por 27 países, incluyendo la Unión Soviética, Alemania e Italia.

Ahora bien, tanto Adolf Hitler como Benito Mussolini ignoraron abiertamente el acuerdo y procedieron a enviar ayuda militar abundante, incluyendo tropas, a las fuerzas del bando nacional español del general Francisco Franco. Stanley Baldwin comenzó a sufrir presiones crecientes tras el Pacto Hoare-Laval (pacto por el que Abisinia - Etiopía en la actualidad- cedería parte de su territorio a la Italia Fascista de Mussolini). Su situación se vio agravada por el empeoramiento de su estado de salud durante 1936, por lo que anunció que se retiraría de la política en mayo de 1937. Neville Chamberlain era el sustituto más obvio, al comulgar con la política de no intervención de su predecesor en el cargo.

Como primer ministro británico, Chamberlain continuó con la política de no intervención en la Guerra Civil Española. A finales de 1937, tomó la controvertida decisión de enviar a Sir Robert Hodgson a Burgos para ser el enlace del gobierno británico con el gobierno nacional de Franco. Wolfgang zu Putlitz, secretario primero de la embajada alemana en Londres, llegó a decir que Joachim von Ribbentrop estaba encantado con que Neville Chamberlain hubiera sido elegido primer ministro británico.

Chamberlain dominó los entresijos de la política exterior británica e hizo que Anthony Eden, secretario del Foreign Office (Asuntos Exteriores) terminara dimitiendo, al verse exasperado por las intromisiones del primer ministro en la diplomacia.

Le sucedió en el cargo Lord Halifax, ferviente defensor de la conocida como política de apaciguamiento de Neville Chamberlain. Lo cierto es que son muchos los que consideran que Chamberlain jugó mal las cartas británicas.

Si hubiese adoptado una actitud firme y hubiese amenazado con la guerra a Adolf Hitler desde un primer momento, los faroles del Führer en los años 30 habrían fracasado casi con total certeza: la Wehrmacht no estaba preparada todavía para la Segunda Guerra Mundial.

El 13 de marzo de 1938, Leon Blum vuelve a ocupar el puesto de primer ministro de Francia. Cuando comenzó a defender que había que finalizar la política francesa de no intervención, Chamberlain y el Foreign Office británico se unieron a la prensa de derechas de Francia y a figuras políticas como Henri-Philippe Pétain y Maurice Gamelin para hundirlo políticamente.

El 10 de abril de 1938, Blum es sustituido por Edouard Daladier, un político que coincidía con Chamberlain tanto en su estrategia respecto a la Guerra Civil Española como con su política de apaciguamiento ( appeasement) ante el desafío que suponía el III Reich de Hitler.

Neville Chamberlain creía que Alemania había sido maltratada por los Aliados tras su derrota en la Primera Guerra Mundial. Por consiguiente, consideraba que el gobierno nacionalsocialista tenía motivos genuinos para quejarse y pensaba que había que abordarlos diligentemente. También consideraba que, al ceder ante algunas de las reclamaciones de Adolf Hitler en nombre de Alemania y de Benito Mussolini en nombre de Italia, podría evitarse otra nueva gran guerra europea.

En febrero de 1938, Adolf Hitler invita a Kurt von Schuschnigg, el canciller austriaco, a reunirse con él en Berchtesgaden. Hitler le exigió concesiones con respecto al Partido Nacionalsocialista de Austria. Schuschnigg se negó y tras dimitir fue sustituido por Arthur Seyss-Inquart, el líder de dicho partido.

El 13 de marzo, Seyss-Inquart invita al ejército alemán (la Wehrmacht) a ocupar Austria y proclama la unión con la Alemania nazi. La unión de ambas naciones, conocida como Anschluss, estaba específicamente prohibida en virtud del Tratado de Versalles.

Llegados a este punto, algunos miembros de la Cámara de los Comunes, incluyendo a Anthony Eden y a Winston Churchill, le pedían a Chamberlain que dejase a un lado su política de apaciguamiento y le plantase cara al gobierno nazi de Adolf Hitler.

Las tensiones geopolíticas iban en aumento en Europa en lo que ya se consideraba la antesala de la Segunda Guerra Mundial. Adolf Hitler comenzó a exigirle a Checoslovaquia la cesión de los Sudetes (zona habitada por una minoría formada alemana con reivindicaciones nacionalistas).

En un intento por resolver la crisis, los jefes de gobierno de Alemania, Gran Bretaña, Francia e Italia se reúnen en Múnich. El 29 de septiembre de 1938, Neville Chamberlain, Adolf Hitler, Edouard Daladier y Benito Mussolini firman los conocidos como Acuerdos o Pactos de Múnich, en virtud de los cuales el III Reich se anexionaba los disputados Sudetes.

Cuando Eduard Benes, jefe de estado checo, que no había sido invitado a Múnich, protestó por la decisión tomada, Chamberlain le espetó que Gran Bretaña no estaba dispuesta a ir a la guerra por el conflicto territorial de los Sudetes. El mensaje para el Führer era claro: vía libre ante la inacción de las democracias liberales.

Curiosamente (o no), los acuerdos de Múnich fueron populares entre la ciudadanía británica, ya que parecían haber servido para evitar el estallido de una Segunda Guerra Mundial que ya podía respirarse en el ambiente. Sin embargo, algunos políticos como el mítico Churchill, criticaron abiertamente los acuerdos firmados.

El siguiente desafío de Hitler se produce el 15 de marzo, con la ocupación alemana de Praga y con el anuncio de la anexión al III Reich de las provincias checas de Bohemia y Moravia. El 18 de marzo, Chamberlain termina admitiendo que no se le podía ya dar crédito alguno a ninguna promesa realizada por ningún jerarca nazi. Con esta acción, Adolf Hitler había hecho de los acuerdos de Múnich simple papel mojado.

Un apesadumbrado Neville Chamberlain se dio finalmente cuenta de que no podía fiarse de Adolf Hitlter y no le quedó más remedio que dar por concluida su fracasada política de apaciguamiento. Y no solo eso, tras la invasión nazi de Polonia, Chamberlain se vio forzado a declararle la Guerra al III Reich.

Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, las encuestas arrojaban un porcentaje de popularidad del premier británico bajo que fue remontando para diciembre de 1939. Pese a ello, algunos miembros de la Cámara de los Comunes veían a Neville Chamberlain como un líder nada carismático en tiempos de guerra como estos. Al final, miembros del Partido Laborista y del Partido Liberal se negaron a participar en su gobierno de unidad nacional propuesto.

Ante esta circunstancia, Chamberlain dimitió y fue sustituido por el carismático Winston Churchill. Pese a ello, fue nombrado Lord Presidente del Consejo por Churchill, pero su mala salud le obligó a renunciar al cargo en octubre de 1940.

Neville Chamberlin fallece el 9 de noviembre de 1940, en el apogeo del dominio nazi en Europa durante la Segunda Guerra Mundial. Sin duda, un personaje sin el que no puede entenderse la cronología de la fase previa al estallido de la guerra.

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