Nh marbella (marbella - malaga)

Por Candreu
NH MARBELLA (****)
Avenida Conde Rudi
29600 Marbella (Málaga)
Habitación: 508
Fecha de entrada: 16/04/2015
Tarifa: 

En segunda línea de la avenida principal que atraviesa la ciudad de este a oeste; equidistante de Puerto Banús y del centro histórico de Marbella; junto en frente del mítico Guadalpin NH abandera un discreto edificio de color blanco en una calle tranquila, rodeada de urbanizaciones más o menos lujosas. No resulta fácil asumir un hotel "de negocios" en un sitio como Marbella, pero NH no sale mal parado del envite. 

Desde la calle, en cuesta, donde no es difícil -en temporada baja- aparcar, accedemos tras una puerta giratoria que quizá gira demasiado deprisa a la recepción. Poco emocionante. Igual que la de Castellón, Cuenca, Madrid, Barcelona, Ciudad Real... Un espacio amplio, rectangular, con dos sofás color rojo en el centro. A la izquierda más sofás para la espera y el largo mostrador de recepción con dos puestos de atención. Justo enfrente los ascensores. Suelo de mármol crudo, paredes empaneladas, luces algo amarillentas... Quizá ahora los gustos y tendencias sean otros y el regusto que nos queda es de algo antiguo, sin estar mal, ni ser viejo. 

En el mostrador, aunque el procedimiento es algo lento, por más que ya hayamos estado en casi toda la cadena, la atención es simpática y cordial. Localizada la reserva y copiados los datos nos entregan la tarjeta de la habitación con un folio en el que vienen explicados todos los servicios del hotel que, además, la recepcionista nos explica amablemente de palabra. En el folio viene la clave del wifi gratuito aunque a ratos algo lento para la navegación.

Los ascensores, modernos, resultan elegantes. Con espejos, algo oscurecidos y con varios anuncios y carteles sobre los servicios del hotel. Se abren a un recibidor amplio, de luz tenue amarillenta. Suelo enmoquetado en tonos vino, paredes en ocre con puertas oscuras de madera. Al recibidor se abren varios brazos de pasillos señalizados con la señalética de la cadena de hace algún tiempo. Todo correcto. Sin sorpresas. Pero también sin emociones. Marbella como si fuera Bilbao, o Salamanca. Y de nuevo esa sensación de que el hotel está a punto de ser renovado, de que algo hay que cambiar...

Tras la puerta, un ancho pasillo. Suelo de madera oscura, a juego con las paredes. Justo detrás de la puerta, a la derecha queda el armario, enrasado a la pared. Cajones, perchas, una balda y la caja fuerte. A la izquierda, sin puerta se abre un marco con el baño. Primero el lavabo y espejo, con el mismo suelo y potentemente iluminado. Y desde allí una puerta corredera de cristal nos lleva a otro habitáculo donde se presenta el inodoro, el bidet y la bañera. Unos pocos pasos más adelante, y tras una puerta de la misma madera, que aísla mucho del exterior el dormitorio.

El espacio es grande. Confortable. Sigue la misma madera oscura en el suelo, en algunos tramos especialmente maltratada. Una cama enorme, gigantesca, blanca, con un grueso colchón y cuatro enormes almohadas; un maletero al que se le ha añadido un largo escritorio de madera con una cómoda silla. Bajo el escritorio, el minibar, y sobre él, una televisión de plasma y una lámpara de trabajo. En la pared frontal del escritorio, un cuadro y varios enchufes para el ordenador. Al fondo del espacio, la terraza, estrecha y larga, con vistas a los jardines de las urbanizaciones vecinas. Junto a la ventana una mesa baja redonda con una butaca algo incómoda pero que permite sentarse un rato a ver la televisión o a leer. 

La cama se enmarca en un cabecero de madera largo decorado con dos tramos de tela acolchada en color verde oscuro algo a juego con las cortinas. Junto a la cama dos mesillas sencillas de madera, con interruptores para la luz, enchufes para el móvil y dos pequeñas lámparas de lectura, que por su posición sirven de poco. La luz juega el formato de o todo o nada, lo que resta calidez y variedad al dormitorio. Aún así, se descansa bien. La cama es fantásticamente confortable y la variedad de almohadas nos permite elegir la que se adecue más a nuestro cuello. La puerta del dormitorio nos aisla al máximo del pasillo y las recias puertas de la terraza unido a la tranquilidad del barrio favorecen el silencio. Lástima que el aire acondicionado que se maneja con un display con dos rueditas (potencia y nivel de temperatura) sea excesivamente ruidoso para dormir con él encendido. El foscurit y las potentes cortinas detienen la luz de la mañana de la Costa del Sol.


El baño es correcto. Sin más. Como cualquier NH de la época. Primero encontramos el lavabo, bajo un gran espejo. Funciona perfectamente y ofrece además del espejo de aumento un flojo secador de pelo. Sobre una plataforma blanca se presentan las amenities de baño: gel, champú, crema hidratante y una pastilla de jabón. 

Tras una puerta de cristal corredera encontramos otro espacio con el inodoro, el bidet y la bañera. Mármol color arena en paredes y suelo. Al encender la luz, arranca un ventilador de impertinente sonido, que no cesa hasta que volvemos a apagar la luz. Le bañera, cerrada con una mampara de cristal ofrece una ducha en la que falta potencia y caudal. Bastante. Dos toallas de baño y dos de manos completan el juego de lencería. Bastante aceptable. 

Por la mañana, en un salón bajo tierra se ofrece un increíblemente variado buffet de desayuno. Es difícil pensar en algo que no se ofrezca allí: embutidos, quesos, platos calientes, fríos, dulces, distintos tipos de leche y lácteos, de fruta, de zumos... Lástima que la sensación del salón (luz, decoración...) resulte un punto fría. Y que el café pueda ser mejor. 

Al salir, en el mostrador los protocolos típicos de salida, incluida la pregunta sobre el minibar y el parking. Sin embargo, tras ello nos preguntan con simpatía por nuestro descanso y por cómo ha estado todo en la habitación. 
Calidad/precio: 
Servicio: 8.5
Habitación: 8.5
Baño: 6
Estado conservación: 7
Valoración general: 8