Con Ni Colorín ni Colorado nos encontramos con una colección de relatos dividida en dos partes. En primer lugar hallaremos una serie de epílogos de los cuentos clásicos en su versión más oscura que conceptualmente apuntan a la idea de La noche 1.002, esto es, después de que el cuento acabara, después de que el bien triunfara sobre el mal, después de la noche 1.001 ¿en realidad se logró ese y vivieron felices y comieron perdices? Es decir, ¿hasta qué punto se alcanza ese clásico “colorín colorado”?. Pues a medida que vamos leyendo estos relatos-epílogos nos vamos dando cuenta de que, tal y como anuncia el título: ni colorín, ni colorado.
La segunda parte, quizá la más interesante, creativa y bien llamada Reflejos del espejo cuántico, pues se refiere a posibles versiones de los cuentos en otro posible universo, nos plantea historias que igualmente iremos identificando mediante un nombre, una acción, un detalle, en entornos bien diferentes: realista, de ciencia ficción pulp, en el Berlín del telón de acero… y en las que encontraremos guiños más o menos claros. Por ejemplo. Si una narración transcurre en Providence y hay criaturas de las profundidades del mar, ¿a qué escritor podemos estar homenajeando?
Los relatos están bien escritos y la prosa, que a veces parece va a ser excesiva por el gran predominio de descripciones sobre diálogos, logra frenarse cuando ha de hacerlo para resultar agradable para el lector.
Por otra parte, al tratarse de una colección muy corta (no alcanza las 150 páginas), quizá la tendencia sea a leerlo en un par de sentadas, lo que resultaría sin duda un error, pues aunque los giros argumentales sean diferentes, cansaría por tratarse de un concepto repetido y no se alcanzaría el potencial de la antología. Por mi parte he hecho caso del autor, leyendo un par de relatos al día, máxime tres, con lo que los he disfrutado, resultando entretenidos y por momentos divertidos.
Por último, he de agradecer a Rafael González el ejemplar, que afortunadamente en esta ocasión no he tardado tanto en reseñar.