Como siempre, estoy leyendo a la vez varios libros. Y ya es coincidencia que, al empezar el Manual para mujeres de la limpieza, de Lucía Berlín, veo que está prologado por Lydia Davis, a la que avala un sólido nombre como cuentista en USA, traductora de En busca del tiempo perdido, y -a mayores- exesposa de Paul Auster.
Me resultó fácil al principio trazar una línea clara entre las maravillosas historias de Lucía Berlín -pata negra- y los cuentos, sueños e historietas de Lydia Davis, de factura bastante irregular. A veces pienso que en relatos tan breves como un haiku, el idioma original sí que cuenta, porque en castellano a algunos no encuentro belleza ni sentido.
Como del día a la noche, así de claro lo tenía. Hasta que llegué a uno de los cuentos, uno de los más largos del libro, Carta a la Fundación. . No sé si porque estaba yo un poco bajo de los excesos de las Navidades, pero me cogió la vena y que me quedé tieso leyendo la aparentemente simple carta de una profesora que agradece una beca. Me pareció un prodigio de fuerza narrativa ,de vida y análisis del alma humana.
Así que, a pesar de que buena parte de las brevísimas historias/sueños/relatos versionados de Flaubert son prescindibles, más por esa Carta que por los críticos le daré otra oportunidad a sus Cuentos Completos.