Los chicos de la prensa llevaban varias semanas tras la pista de
Mariano Rajoy, sin lograr más que esquinazos y evasivas.
Cuando no se esfumaba, se mimetizaba con el paisaje, con esa
rara habilidad que tiene el gallego para ponerse de perfil, a fin
de pasar desapercibido con gran disimulo.
Azuzados en su celo profesional, los periodistas siguieron
estrechando el cerco hasta conseguir un avistamiento positivo,
localizado en un pasillo del Congreso.
Eran muchos y la presencia del hombre invisible excitaba sus instintos.
Corrieron tras de él, lo rodearon y, acorralándolo contra un aparador
isabelino, obtuvieron la declaración que confirmaba sus sospechas
sobre la presunta relación del Partido Popular con Belén Esteban:
- Ni que fuera yo Bin Laden!