Ni santos ni demonios

Publicado el 26 diciembre 2015 por Wig
Se dice que no se puede llegar al alba si no es por el sendero de la noche. Somos oscuridad y claridad al mismo tiempo. Somos un reflejo del Polifemo de Góngora. La complejidad del ser humano se diluye irremediablemente cuando intentamos rechazar alguna de ambas características de nuestra conciencia. Nunca podremos ser todo claridad u oscuridad, ni siendo santo ni demonio. La aceptación de quien somos es la aceptación de todo aquello que nos forma, y en eso que no hay cabida para desterrar esa dualidad. Estamos envuelto de viento, igualmente. Ese que nos arrastra el temperamento hacia un lado de la balanza u otro. Haríamos cualquier cosa por sobrevivir, y si no es así, pues uno se muere. Y guardamos nuestros oscuros pensamientos para cuando nadie nos oye. Nuestras pasiones están ahí, y de vez en cuando hay que hacerlas florecer para no confundir el lado que cada cual haya escogido, o simplemente se haya obligado a escoger por las circunstancias; o para trabajar por la claridad del carácter, aunque con ello pueda confundirse con un cordero apetecible para temperamentos algunos otros más lobeznos. A veces, únicamente, uno debe sacar a ese guerrero despiadado que asusta a esos hambrientos lobos al mismo tiempo desamparados e inopes devoradores de caracteres ajenos. La vida termina como empezó. En la Nada. Y aún así, nunca digas que no harás lo preciso por sobrevivir, física o psicológimente hablando. Somos máquinas entrenadas para ello, aunque nos pese, y la Historia está llena de ejemplos, unos más plausibles que otros.