Ni soberbia ni pálida...

Por Carlaber
Tu Zhiwei
  • Ni soberbia ni pálida,
  • la bailarina fue largamente lamida por el tiempo,
  • hasta hacer de sus ojos un fruncido cráter bajo las cejas,
  • hasta convertir sus piernas en las combas y crueles patas de la u.
  • Sólo altiva en medio de las voces que convocan,
  • a la fiesta, al sudor o al morirse
  • —su propio quedar deshecha— en medio de la plaza.
  • Aplaudimos sus bríos, los trucos que antaño le enseño la suerte.
  • Regresa de todo ya, y más que el cuerpo, vemos el momentáneo trazo,
  • el castañetear en el aire, el esqueleto que vence con gravedad la onda.
  • Pero al final, cuando los brazos dibujan unas astas rojizas entre lo oscuro,
  • dejamos la danza, nos quedamos con el signo.
  • Tiene una luminosa ausencia.

  • Roberto Méndez : Camagüey, Cuba- 1958

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