Ni tan buenos ni tan malos

Publicado el 15 junio 2014 por Gonzalolara

Acabo de ir a ver los Días del futuro pasado, la más reciente de los hombres equis.  Días más tarde,  Maléfica, la reciente de Disney que re cuenta la Bella durmiente pero desde la versión de la mala de la película, o al menos la que tradicionalmente lo era.  Fui bajo el entendido palomero pero me llevé una sorpresa. No sé si Hollywood, la CIA o una fuerza oscura nos está neutralizando o relativizando los tradicionales cajones de blanco y negro a los que cómodamente nos habíamos acostumbrado. El malo es malo  para siempre, y el opuesto lo mismo. En la de los hombres x,  Magneto pasa de ser un joven villano malvado a ser un viejo que ya agarra la onda; o se ve obligado a agarrarla porque le va el pellejo de por medio.
El discurso en Maléfica va por la misma banqueta: nos quiere decir que el “terrorista” no salió de la nada,  no se levantó una mañana y salió a vengarse nomás porque sí. En estas nuevas versiones,  nos muestra la pantalla que ni Magneto ni la bruja mala (que ya no es bruja,  sino un ser alternativo que vive en armonía con las fuerzas naturales de las que echa mano en legítima eco defensa)  lo son gratuitamente. Como en la vida real,  el levantamiento,  la sedición, tienen un porqué -vaya novedad.
Pero hay otra lectura.  En el juego de roles prefabricados,  podemos pensar que el malo es el rico, es la banca,  el megaconsorcio o el político gandalla,  y el bueno el pueblo,  el jodido,  el sempiterno sometido. Desde la visión de Disney,  podemos entender que el malo ni es tan malo ni hay garantía de que siempre lo haya sido o lo vaya a ser.  Igual aplica para la contraparte. Así,  y reduciendo, ¿no nos estarán inoculando desde el cine palomero taquillero que todo es relativo, que la relatividad atenúa atropellamientos y agandallamientos de una minera un Monsanto,  una petrolera u otra explotadora?

Por supuesto que los de abajo, los “buenos” de la trama, no lo somos tanto y tenemos nuestra oscuridad, a flor o debajo de la cama, pero la tenemos. El asunto es que no hay un equilibrio entre las herramientas de la sociedad y los recursos de los que llevan el sartén  por el mango para conservarlo a toda costa. Parece que el mensaje fuera: debemos reconsiderar y dejar de satanizar al de los cuernos. A lo mejor estoy muy paranoico, pero aquellos, históricamente, no dan paso sin huarache.



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