Ni tan malos y sin cuernos. Los Vikingos

Por Carlosalbalate @Carlos_Albalate



Los famosos guerreros vikingos, el terror del norte que llegó a ser considerado un castigo divino y que saquearon navegando por doquier, también sufrieron la manipulación histórica que hoy en día ha creado un estereotipo de ellos: guerreros despiadados con cuernos en su casco. La realidad es que no eran más despiadados que sus contemporáneos sajones o francos, ni tampoco tenían cuernos en sus yelmos.  
Todo era producto de una idealización romántica de los guerreros del norte.
Durante años, todos y todas hemos crecido con la imagen de un vikingo que portaba un casco con dos cuernos puntiagudos en cualquier dirección, dándole un porte de guerrero tosco, fuerte y grande que parecía venido desde el mismísimo Valhala, excepto Vikie el Vikingo, que nos ofrecía otra cara de este pueblo nórdico.
Cualquier soldado vikingo debía ir bien equipado, teniendo en su posesión una espada, un hacha, una lanza, un arco y un escudo, siendo este último muy importante. Su capacidad para manejar las armas y su formación de escudos azotó el mundo que estaba al sur para ellos, por lo que comenzaría así una leyenda negra escrita por aquellos que sufrían el azote nórdico. Nacían así una serie de tópicos en las crónicas a partir del siglo VIII, que los definía como sanguinarios, salvajes y paganos. La realidad nos mostraría que no lo serían más que otros pueblos, pero al fin y al cabo la propaganda existe desde que el ser humano tuvo capacidad para expresarse.
Esta idea quedó grabada en la memoria y subconsciente de las siguientes generaciones, derivando en la actual imagen que se tiene hoy de un vikingo. En 1820, el pintor sueco Gustaf Malmström sería el creador y culpable de añadir los cuernos al casco vikingo, pues buscaba transmitir una idea que los representara como seres demoniacos en la Saga de Frithiof. El cine, acompañado de otras prácticas culturales se encargó de difundir esta imagen irreal, donde incluso se intentó teorizar sobre lo práctico que eran los cuernos del casco en la batalla e incluso que llegaban a ser desmontables para beber cerveza en ellos (¡Vamos todo un casco de IKEA!). Un ejemplo claro es la película Los Vikingos de Richard Fleischer.
La arqueología ha sido prueba fehaciente de que los vikingos tenían yelmos simples, y que incluso algunos ellos pertenecientes a la clase alta solo portaban un gorro de piel. De todas maneras la mayoría de los guerreros nórdicos luchaban con la cabeza descubierta. 

Su imagen comenzaría a cambiar poco a poco, pero ya XIII siglos después, en el siglo XX. A finales del siglo XIX regresó el interés por la cultura vikinga en Gran Bretaña, pero su manipulado pasado seguía pesando, hasta que en 1920 la conocida marca de coches Roverusó el casco vikingo alado en una parte de sus automóviles, entrando así en la cultura popular de manera no demonizada. Antes, aunque existieron quienes quisieron eliminar la leyenda negra vikinga a través de la investigación, no dispusieron de una capacidad de divulgación y de trabajo que lo permitiera. 
Fue la propaganda, es decir, la publicidad, la que creó esta imagen sangrienta del pueblo guerrero nórdico, y sería la misma a través de una marca de coches la que le devolvería una imagen menos negra y despiadada. 

Lo enigmático de estos saqueadores del norte ha embaucado a todo creador artístico que se ha interesado por ellos, sin pretender aclarar su verdadero pasado ni querer borrar su imagen de hombres y mujeres que solo buscaban un botín sin importarles que matar. El caso es que no era del todo mentira, pero como ya indiqué antes, quienes crearon los tópicos a través de las crónicas, se comportaban igual que cualquier vikingo, si no que le pregunten a Carlomagno, que coincidió con ellos en el tiempo y ordenó matar a 4500 sajones. En definitiva, ni cuernos, ni sanguinarios. Solo lo asemejado a la época. 

Carlos Albalate Sánchez
Posdata: los únicos que llevaron cuernos en sus cascos fueron los sacerdotes celtas.