Nicanor Parra: el hombre imaginario
vive en una mansion imaginaria
rodeada de arboles imaginarios
a la orilla de un rio imaginario
…
De los muros que son imaginarios
penden antiguos cuadros imaginarios
irreparables grietas imaginarias
que representan hechos imaginarios
ocurridos en mundos imaginarios
en lugares y tiempos imaginarios
…
Todas las tardes tardes imaginarias
sube las escaleras imaginarias
y se asoma al balcon imaginario
a mirar el paisaje imaginario
que consiste en un valle imaginario
circundado de cerros imaginarios
…
Sombras imaginarias
vienen por el camino imaginario
entonando canciones imaginarias
a la muerte del sol imaginario
…
Y en las noches de luna imaginaria
sueña con la mujer imaginaria
que le brindo su amor imaginario
vuelve a sentir ese mismo dolor
ese mismo placer imaginario
y vuelve a palpitar
el corazón del hombre imaginario
Antipoema El hombre imaginario (Nicanor Parra)
Las casualidades de la vida
Parranda larga
Nicanor Parra llega a mi vida por una serie de casualidades acentuadas, de aquellas que, secuela tras secuela, te hacen centrar la atención reiteradamente en algo o alguien.
La primera reseña suya me llega a través de un autor al que adoro (Alejandro Jodorowsky) el cual, a su vez, adora a Nicanor. Por tanto, es en un libro de Jodorowsky donde empiezo a notar las primeras cosquillas que producen las letras de Nicanor.
Posteriormente, descubro el día de mi aniversario que le han otorgado el premio Cervantes.
Varios meses más tarde, en el dia internacional del libro, mientras hago cola en una sucursal bancaria, fijando mi atención en un diario que alguien ha dejado abierto en cierta (y casual) página, me entero que ese mismo día que le hacen entrega del premio Cervantes.
Más tarde, y puesto que se trata del día de Sant Jordi, me acerco a mi librería de confianza en Barcelona para auto-regalarme unos cuantos libros. Tengo suerte y encuentro todo lo que busco.
Mientras me encuentro en una de las colas, listo para pagar, oigo que una señora dice (más bien grita) a su marido que la otra cola es menos larga y que haga el favor de encolarse donde toca. Me doy por aludido y, aunque no suelo hacerlo, me cambio de cola junto a la pareja, comprobando y agradeciendo que la señora en cuestión estaba en lo cierto.
Mientras avanzo lentamente en la nueva cola, voy hojeando algunos de los libros que se encuentran en los estantes adjuntos… ¡Anda, Parranda Larga de Nicanor Parra! lo cojo y lo hojeo, las hojas vuelan, una cae ante mis ojos… “El hombre imaginario”… leo con atención… ya he decidido que un día es un día y que voy a sumarlo a la cesta de mi compra.
La vida, mi vida, funciona así: por casualidades.
Yo de mayor quiero ser antipoeta
Nicanor Parra
Nicanor Parra es uno de aquellos hombres que valora el Arte de la Ciencia y la Ciencia del Arte. Licenciado en Ciencias Exactas y Físicas, sabe que todo científico lleva en su interior un poeta, o incluso mejor: un antipoeta. Ya se ha creado la etiqueta. Todo genio debe crear una y, a ser posible, asignársela.
El antipoeta es un catalizador de la antipoesía, alguien que sabe invocar los espíritus contrarios a la corriente preponderante.
El antipoeta está ahí para que el árbol no crezca torcido. El antipoeta no cumple su palabra si no que cambia los nombres de las cosas. El antipoeta, como todo antipoeta que se estime a sí mismo, debe tener su propio diccionario.
Yo de mayor quiero derruir y construir mi corazón. Ningún techo, ningún suelo, tan sólo puertas y ventanas… Yo de mayor quiero ser antipoeta.
El poeta es un hombre como todos, un albañil que construye su muro: un constructor de puertas y ventanas. (Nicanor Parra)
A lo más que se puede aspirar / Es a dejar dos o tres frases en órbita / Que yo sepa don Mario dejó al menos una: / La muerte y otras sorpresas // ¡Señor mío, la frasecita!
(Dedicado a la muerte de Mario Benedetti, Nicanor Parra)