Nicaragua 2013

Por Marbel

Escribo este post sobre Nicaragua tres meses más tarde del viaje que aquí voy a relatar y lo escribo desde Nicaragua, donde he tenido que volver de nuevo para mí “visa run”, es decir, cruzar la frontera y pasar varios días en el país vecino para poder volver a Costa Rica para tres meses más. En mi primer viaje en Nicaragua pase solo tres días, entre Granada y la isla de Ometepe. Me acompañaban unos amigos españoles que estuvieron viajando conmigo en Costa Rica en el mes de octubre. La verdad que aquellos tres días en Nicaragua me sabieron a poco y pensé en volver la próxima vez que tuviera que cruzar la frontera, y de hecho aquí estoy de nuevo.

Las primeras diferencias que observe respecto a Costa Rica es que es más barato, más pobre y hay mayor población indígena. Al parecer es uno de los países más pobres de Latinoamérica, y por ello muchos nicaragüenses emigran a Costa Rica para trabajar. El otro país que limita con Nicaragua es Honduras, al norte. Algo a destacar de Nicaragua es que cuenta con el lago más grande de Centroamérica, el Lago Nicaragua o Cocibolca, y en su interior alberga 400 islotes y tres islas. Lo que más me llamaba la atención de este país en aquel momento era el Lago Nicaragua, por eso me decidí a explorarlo desde Granada y cruzarlo para llegar a la isla de Ometepe.

El día 1 de noviembre del 2013 salimos muy temprano de San José (Costa Rica) en un bus de la empresa Ticabus rumbo a Nicaragua. Cuando viajas con una empresa de este tipo y no en los autobuses públicos, primero tienes que pagar más dinero por tu billete y segundo ellos se encargan de los trámites en la frontera. Yo me compre el billete antes de viajar a Costa Rica porque mi billete de avión tenía la vuelta después de 90 días y tenía miedo de que al llegar al aeropuerto me pusieran pegas. Pero solo por eso fui con Ticabus, la próxima iría seguro con el bus público que es más barato, aunque luego tuviera que cruzar a pie la frontera y coger otro bus al otro lado.

Cruzar la frontera con Ticabus no fue tan cómodo como esperaba. Tuvimos que dar nuestros pasaportes a un señor de la empresa, bajarnos del bus al cual fumigaron, nos miraron el equipaje y tuvimos que esperar bastante a pleno sol hasta terminar todos los trámites. En la frontera nos empezaron a acosar los cambistas, que nos ofrecían cambiar dólares o  colones a córdobas, la moneda de Nicaragua. No cambiamos nada allí porque no nos fiábamos, y esperamos a llegar a Granada para hacerlo.

Granada y Las Isletas (1 noviembre)

Cuando por fin llegamos a Granada, estábamos cansados de tanto viaje, y por si fuera poco nos esperaba una sorpresa poco agradable. Nos íbamos a quedar en casa de un couchsurfer, y cuando llegamos allí en taxi, nos enteramos de que el couchsurfer no estaba allí porque estaba en la cárcel! Si, al parecer había atropellado a una persona con su coche estando borracho, y se dio a la fuga. Parecía surrealista que algo así hubiera pasado, pero nos lo confirmaron varios vecinos y la casa estaba totalmente cerrada. Le dijimos al taxista que por favor nos llevara a un hostel barato cerca del centro.

El taxista nos llevó a un hostel cuyo nombre no recuerdo, típico de mochileros, con dormitorios que tenían muchas camas, y la noche en una de esas camas costaba solo $5, así que allí nos quedamos. La verdad que el sitio no estaba nada mal, había un patio con una piscina, un bar y una cocina.

Tras dejar allí nuestras cosas, le dijimos al taxista que nos llevara al lugar de donde salían los tours de Las Isletas, con una visita previa al supermercado para comprar algo de comer. La verdad que nos dio un buen precio, $15 en total por todos los trayectos. Al llegar al lugar de los tours, el taxista nos llevó directamente a un señor que el conocía que tenía varios botes. Negociamos un precio con él y nos subimos a uno de sus botes donde nos esperaba un guía.

Nos quedaba poco tiempo de luz, lo justo para hacer el tour y ver algo de Granada. Íbamos a hacer un tour de hora y media, por $10 cada uno. También había tours de mayor duración y entonces el precio subía, pero para nosotros hora y media era suficiente. La verdad que el guía no nos contó mucho durante el tour y sobretodo se dedicó a enseñarnos las casas de los ricos en Las Isletas.

Nos enseñaron la isla de los monos, donde unos monos araña nos miraban con bastante descaro y curiosidad.

También había algunos restaurantes y hoteles en algunas de las islas, por supuesto que eran de lujo y bastante caros.

Y lo mejor fue al final, cuando pudimos contemplar el Volcán Mombacho al fondo.

Al terminar el tour, llego el taxista con el que habíamos acordado que nos viniera a recoger. Teníamos ya muy poco tiempo para ver Granada, así que le dijimos que nos dejara en el centro. Al bajarnos nos dijo que él se ofrecía a llevamos a San Jorge al día siguiente para que pudiéramos coger el ferry a la isla de Omotepe, y nos contó la mentira de que el trayecto en bus era largo y había que cambiar de buses a medio camino. Menos mal que no le creímos porque poco después en el hostel averiguamos que no era así.

De Granada tuvimos solo el tiempo justo para hacer algunas fotos, pero me hubiera gustado haber hecho un tour guiado para conocer más su historia porque la verdad que yo me fui de allí sin saber nada ni tampoco que era cada edificio.


Isla de Ometepe (2-3 noviembre)

Al día siguiente salimos del hostel como a las 7 de la mañana para coger el bus a Rivas, y desde allí tendríamos que coger un taxi hasta San Jorge, que no quedaba muy lejos. De San Jorge salían dos tipos de embarcaciones a la isla de Ometepe: lanchas (más baratas) y ferries (más caros). Aquí tenéis más información: http://www.ometepenicaragua.com/ferryboat.php

De camino a la estación de buses pasamos por un mercado, muy animado y con mucha gente, y no pude evitar acordarme de la India. La verdad que si hubiera tenido tiempo y no llevara el equipaje encima, habría hecho algunas fotos.

En el bus conocimos a un chico nicaragüense y le pedimos que nos acompañara para coger el taxi hasta San Jorge y así conseguir precio local y no de turista. Él nos dijo que si pero que primero tenía que hacer unas compras en el mercado de Rivas y tendríamos que esperar a que terminara. Mereció la pena la espera porque pagamos muy poco, no sé si fueron 20 córdobas cada uno. En San Jorge fuimos a preguntar cuando salía la próxima lancha o ferry, y el siguiente que salía era un ferry en media hora. Aunque hubiéramos preferido ir en lancha porque era más barato, había que esperar más tiempo, así que optamos por el ferry que salía antes.

Al bajar del ferry, en el pueblo de Moyogalpa, se nos acercó un taxista para ofrecernos sus servicios. Nosotros queríamos ir en bus pero él dijo que el siguiente bus no pasaba hasta dentro de dos horas. Yo ya no sabía si creerle o no pues estaba bastante escarmentada de taxistas, tanto en Nicaragua como en Costa Rica. Preguntamos en otro sitio y nos confirmaron que así era, que el bus no pasaría hasta dentro de dos horas. Un chico español que se llamaba Alex y una pareja de canadienses querían ir al mismo hostel que nosotros, así que decidimos compartir taxi, con lo que no nos salió tan caro después de todo, quizás unos $5.

El trayecto duro aproximadamente una hora y nos sirvió para tener una primera aproximación a la isla. La verdad que todo lo que veía me gustaba bastante, y ese enorme lago que la rodeaba y que parecía un mar, era impresionante. Ometepe tiene una superficie de 276 Km2, y una población de 42.000 habitantes. Su nombre viene de las palabras náhuatl “ome” significa dos y “tepetl” significa montaña. Ometepe ha sido sido tierra de indígenas que han dejado su legado, como los famosos petroglifos. La topografía de la isla es irregular y en forma de ocho. Cuenta con dos volcanes: el Volcán Concepción (1610 m) y el Volcán Maderas (1395 m), playas, una cascada y pozas naturales.

Por fin llegamos al lugar donde nos íbamos a quedar, la finca El Zopilote, un lugar donde llevaban una vida lo más autosostenible posible cultivando de forma ecológica y donde tenían alojamientos rústicos más aptos para mochileros que para turistas. Lo había encontrado por internet y me llamó la atención, así que pensé que era una buena opción para pasar nuestros dos días en Ometepe.

Este bus amarillo en realidad es una tienda y en ella venden los productos ecológicos que producen en la finca.

Nos alojamos en el dormitorio por $8 por persona por noche, un lugar bastante rústico como podéis ver.

Y aquí los rústicos baños de compost.

Allí nos informamos de los sitios para visitar y pensamos que podíamos empezar visitando el Ojo del Agua, unas pozas naturales muy famosas en la isla, aunque la verdad no nos parecieron para tanto. Fuimos hasta allí en unas bicis que alquilamos y la verdad que el camino lo disfrutamos muchísimo por las preciosas vistas del volcán y del lago.

Al llegar a Ojo del Agua el señor que nos vendió las entradas nos contó maravillas de aquellas aguas, diciendo que curaban toda clase de dolencias y hasta rejuvenecían. La verdad que al llegar allí costaba crear todo aquello pues eran más artificiales de lo que creían. Alex aseguraba que en ese agua había echado cloro; no sé si sería verdad pero lo cierto es que a mi me picaban los ojos.

A la vuelta paramos a cenar en un restaurante barato (aquí lo llaman comedor) y desde allí pude hacer algunas fotos bonitas de la laguna al atardecer.

Cuando terminamos de cenar era casi de noche y no se veía bien la carretera. Teníamos una linterna entre los cuatro, así que teníamos que seguir al que llevaba la linterna con cuidado. Por si fuera poco había una invasión de mosquitos a aquella hora que eran de lo más agobiante. Nos costó lo suyo pero al final llegamos sanos y salvos a El Zopilote.

Al día siguiente decidimos subir el Volcán Maderas, una subida muy dura pero mereció la pena al final. Se trata de un volcán dormido con una laguna en el cráter, con casi 1400 m de altura. Al principio el camino atraviesa unas plantaciones de café y antes de meternos en el bosque lluvioso, pudimos contemplar unas espectaculares vistas del Volcán Concepción y el Lago Nicaragua.

La peor parte para mi fue la primera parte del bosque lluvioso. La gran humedad que allí había me dificultaba respirar y sentía que no tenía aire suficiente. Empecé a sentirme débil y mareada y a punto estuve de pedir que me llevaran de regreso. Sentía que cada paso que daba me costaba la vida, y sudaba a chorros por todos los poros de mi piel. Mi amiga Susana estaba igual o peor que yo, quedándose atrás todo el tiempo, mientras que Ander y Alex iban delante con el guía sin parecer sufrir tanto. Poco a poco me fui recuperando y empecé a avanzar a mejor ritmo, pero Susana seguía quedándose atrás y la teníamos que esperar cada dos por tres.

Por el camino oimos y vimos algunos monos aulladores.

El camino era muy empinado, pero también lleno de barro y resbaladizo, lo cual no ayudaba nada. Yo no quería pensar la odisea que sería bajar aquello a la vuelta.

El último tramo del camino tenía partes en las que más que caminar, había que escalar. Por fin pudimos avistar la laguna, ya sólo quedaba el descenso hasta ella, lo cual no era ninguna tontería y nos costó lo suyo.

Cuando llegamos allí lo primero que hicimos fue tumbarnos porque estábamos agotados; al menos yo necesité descansar un poco antes de poder comer. En la laguna se bañaron algunos pero yo ni lo intenté. Me habían advertido de que si intentabas caminar en el fondo te hundías en el lodo y podía ser un poco angustioso. Yo me conformé con hacer algunas fotos, y también nos hicimos una foto de grupo antes de marcharnos.

La bajada fue por el mismo empinado camino por el que vinimos y la verdad que fue una odisea bajar por él por lo resbaladizo que era el terreno. Yo iba muy despacio para no caerme, y Susana todavía más, mientras que Alex y Ander iban delante como siempre, aunque por ir más rápido se cayeron más que nosotras. El guía se iba moviendo entre ellos y nosotras, y con mucha paciencia nos consiguió llevar hasta abajo.

De camino paramos en este mirador que nos ofrecía unas vistas espléndidas del Volcán Concepción y del Lago Nicaragua. Y más abajo también pude hacer otra buena foto.

Cuando llegamos a El Zopilote ya era de noche. Habíamos tardado 10 horas en total en hacer la ruta completa, cuando normalmente son 8 horas. En El Zopilote era la noche de pizza y la mayoría de la gente ya estaba allí disfrutando de ella. También era la fiesta de despedida de unos voluntarios y había música. Nosotros llegamos un poco tarde porque antes tuvimos que ducharnos y cambiarnos, y allí sólo había un par de duchas, y de agua fría por cierto.

Al día siguiente yo apenas podía moverme de las agujetas que tenía, sólo subir y bajar escaleras era un suplicio. Hicimos las mochilas porque aquella misma mañana ya nos marchábamos de Ometepe. Antes de desayunar hice un tour rápido por la finca de El Zopilote e hice fotos. Algunas de ellas podéis verlas aquí.

El dormitorio de hamacas. Por $5 podéis dormir allí.

El bar pizzería.

La pizzería.

La sala de yoga.

El comedor.

Caminamos hasta un cruce por donde pasaba el bus de Moyogalpa y cuando subimos a él no había sitio para nosotros. En Nicaragua era bastante común ir de pie en los autobuses ya que éstos iban siempre bien llenos. Tardamos mucho en llegar porque el autobús daba mucha vuelta y paraba cada dos por tres.

Esta vez cogimos una lancha para volver a San Jorge, así que nos ahorramos dinero.

En San Jorge estuvimos preguntando por taxis hasta Rivas, que era donde teníamos que coger el bus a la frontera, pero nos hicieron un buen precio por llevarnos a los cuatro directamente a la frontera, así que eso hicimos. Después tuvimos que caminar el kilómetro que separaba Nicaragua de Costa Rica, parando cada dos por tres a hacer los trámites correspondientes y a enseñar el pasaporte a los oficiales que nos lo pedían. Os aseguro que hacer esto con una pesada mochila sobre la espalda es lo peor, así que si podéis ir ligeros de equipaje para cruzar la frontera lo vais a agradecer. Yo ya me prometí que la próxima vez iría tan sólo con una mochila pequeña y así hice. El segundo viaje a Nicaragua ya os lo contaré en un próximo post, un viaje que me llevó únicamente a San Juan del Sur, donde además de visitarlo pude conocer de cerca la realidad de las comunidades locales.