A mí esta novela del escritor británico Nick Hornby (17 de abril de 1957, Redhill, Surrey, Gran Bretaña) me ha entretenido mucho. Tiene un humor típicamente inglés: ese humor fino, que parece que no dice nada pero que disecciona la sociedad críticamente con precisión de cirujano. Es la primera novela que he leído del novelista aunque creo que no será la última. Es una novela amable que considero podría incluirse dentro del subgrupo de las novelas feelgood [sobre esta subclase narrativa consultar esta reseña] por el buen rollito que transmite.
En esta narración entramos en el interior de una pareja sin hijos -él, Duncan Mitchell, profesor de Lengua en un instituto; ella, Annie, trabajadora en el Museo de la pequeña localidad de Gooleness, a unos 70 kms de Londres, donde viven- con 10 años o poco más de convivencia que ha entrado en una rutina de confort cuyas mayores expectativas se cifran en las visitas que hacen a los lugares por donde anduvo un mítico cantante de los 70 y 80, Tucker Crowe, desaparecido como por ensalmo de la escena musical en 1986, tras salir de los urinarios de un club donde se encontraba. Este hecho y un álbum mítico publicado pocos años antes de su retirada ha fabricado en torno a su figura una leyenda que se mantiene viva gracias a una página web que funciona en internet. Creador o sostenedor principal de la misma es Duncan. Su pareja, Annie, ya está un poquito harta de esto que es lo único que ilusiona a Duncan. Annie nota que le falta algo, Annie desearía tener un hijo. La crisis, pues, está servida.
La aparición de unas grabaciones desconocidas de Tucker Crowe anteriores a la publicación del álbum mítico de "Juliet" será el movilizador de todo cuánto va a ocurrir. Duncan considera que al ser anteriores muestran al desnudo la gestación del álbum y lo denomina por ello 'Juliet, naked' haciendo en la página web un canto laudatorio de las mismas. Por contra Annie que suele corroborar las apreciaciones de Duncan considera que son malas canciones y mala música la ahí contenida, razón por la que su relación con Duncan se tambalea aún más. Ella quiere ser ella misma y no puede por menos que colocar su opinión crítica en el chat de la página. Contra todo pronóstico, y desde el otro lado del Atlántico, Tucker Crowe le contesta ratificando sus opiniones. Comienza así una relación epistolar entre ambos que ocasionará la crisis definitiva de la pareja Duncan-Annie que venía languideciendo desde hacía tiempo y más cuando el tonto de Duncan le dice a Annie que ha conocido a otra mujer, Gina, una profe de su centro.
No conviene decir nada más, pues la idea de este blog, o sea, la mía propia, es fundamentalmente animar a la lectura, y no tanto mostrar el armazón estilístico y/o constructivo del relato. En esta línea de animar a leer la novela he de poner el acento en el indudable humor que circula por la misma. Son muchos los momentos en que se visibiliza provocando una sonrisa casi siempre de tipo crítico. Es un humor nada superficial que denuncia situaciones cotidianas: el machismo presente en el seno de muchas parejas que anula la opiniones de la mujer aunque ésta tenga con frecuencia más razón que el hombre; el provincianismo visible en la localidad de Gooleness que ha decidido hacer una exposición sobre los sucesos de 1964 y todos quieren aportar su granito de arena con elementos inutiles e insospechados como, por ejemplo, el ojo de un tiburón que murió varado en sus costas; también son de gran comicidad esos dos personajes, Gav y Barnessy, que bailan break y acuden los sábados a los clubes de Gooleness a ver si logran cazar alguna aventura sexual; el propio director del Museo, Terry, es un personaje patéticamente cómico; igual en patetismo y comicidad es Malcolm, el compañero de trabajo en el museo de Annie.
En el lado americano también el humor tiene claras manifestaciones: el sabihondo niño Jackson; el personaje de Juliet mitificado por los croweólogos de la que en seguida se descubre su penosa autenticidad; el chico que en San Francisco está de guardia ante la casa de Juliet es por su frikismo portador de comicidad; el personaje de Farmer John Tucker -Fucker- es quizás sobre quien el novelista deposita más rasgos de humor; los títulos de los ficticios temas musicales compuestos por Tucker Crowe y el juego que realiza con otros reales del panorama musical busca también provocar hilaridad, sí bien al no estar yo inmerso en ese ámbito gran parte de la misma se me escapa. Y así.
Los personajes están bien diseñados teniendo todos entidad por si mismos. Quizás sean algunas mujeres de Tucker las que queden algo más diluidas o aparezcan algo desvanecidas por su papel secundario en la trama. Pero Annie o su amiga Ros, o Duncan, incluso Gina, el apaño que Duncan se busca para sobrevivir al ser expulsado de la casa de Annie, etc. tienen clara personalidad y desarrollo. El niño Jackson es antológico, la hija de Tucker , Lizzie, también...
Pero si hay algo que me gusta de ésta y otras novelas semejantes es la importancia contextualizadora y caracterizadora que el autor da a la música citada en ella. Tengo la costumbre de ir tomando nota de los títulos de los temas y de los nombres de los cantantes y grupos que allí se nombran para luego crearme la playlist de la novela leída. La de "Juliet, desnuda" me satisface plenamente. Es esta que coloco a continuación. Disfrutadla como yo la disfruto.
Nick Hornby y el Cine
A raíz de leer la opinión Carlos Boyero me propuse ver la película "Juliet, desnuda" o alguna de las otras adaptaciones, algo que hasta el momento aún no he conseguido realizar. Sí, en cambio, he efectuado la lectura de la novela protagonista de esta reseña. Y como he dejado dicho en el inicio a mí esta novela de Hornby me ha entretenido mucho. Seguro que no es la única suya que lea.